Mientras se siguen postergando las soluciones acordadas en los acuerdos climáticos, como la última y frustrada Cumbre de París, el calentamiento global continúa implacable y las consecuencias se sienten con fenómenos meteorológicos cada vez más pronunciados como los veranos extremadamente cálidos, las sequías severas y las fuertes tormentas que soportan los sanjuaninos. Ante estas amenazas se buscan soluciones para mantener producciones tradicionales cada vez más vulnerables en las economías regionales, en nuestro caso la sensible vitivinicultura.


Estudios de las universidades de Columbia Británica, en Vancouver, y de la española de Alcalá enfocados en la agricultura, coinciden en señalar que la producción vitícola es una de las más afectadas porque las uvas son muy sensibles a las variantes atmosféricas, de manera que un aumento de 4ºC en las temperaturas significaría que el 85% de las tierras aptas para viñedos destinados a vinificación dejaría de serlo. Incluso en el supuesto caso de que el calentamiento global se quedara en un aumento de 2ºC, el objetivo menos ambicioso del Acuerdo de París, las regiones vitícolas perderían el 56% de superficie cultivable. Por eso se advierte que todavía es posible adaptar la viticultura a un mundo más cálido, pero es una tarea que requiere decisiones inmediatas.


Las producciones de España, Italia y Australia son las más vulnerables porque sus cepas son de variedades más cálidas y con menos margen de adaptación, en tanto se estudia el impacto climático en las industrias de Francia y Portugal aunque con pronósticos similares. En cambio en regiones más frías, como Alemania, Nueva Zelanda o el noroeste de EEUU, la adaptación sería relativamente fácil en tanto en el hemisferio sur las producciones de Argentina y Chile deberían correrse cada vez más al sur, dicen los analistas. A todo esto surgen las competencias impensadas como las experiencias exitosas en Inglaterra y los países nórdicos con cepas que requieren temperaturas frías, caso del Pinot noir.


No hay teorías en estos estudios, todo lo contrario, los científicos crearon modelos de los tiempos de germinación, floración y maduración de 11 de las principales cepas cultivadas en el mundo bajo tres escenarios de calentamiento: 0º, 2º y 4ºC y usaron esas proyecciones para determinar dónde será viable el cultivo varietal del futuro. Este grupo alcanza a cepas arraigadas en nuestra provincia, como el Syrah, Cabernet Sauvignon, Chardonnay o Merlot, por ejemplo.


Reformular el mapa vitivinícola global es un desafío cultural, financiero y legal junto con nuevas prácticas de gestión, pero hay que ganarle tiempo al tiempo, viejo dicho popular hoy de gran actualidad.