La muerte de Jesucristo, que se conmemora en Semana Santa, es para recordar su sacrificio. Su destino inexorable era inmolarse para borrar los pecados de la humanidad y abrirnos las puertas a la vida eterna. Su muerte dejó un proyecto de connotaciones humanistas.

Recordemos que "las personas no tienen precio, solo las cosas del mundo, más el valor de cada ser humano, no puede ser comprado ni vendido por ninguna de ellas, pues al extremo, si la vida no les pertenece, si su dignidad''. Por ello vivir la Semana Santa debe significar para todo individuo, creyente o escéptico, un momento de profunda reflexión sobre nuestro destino personal y como sociedad.

Son dos las enseñanzas de Cristo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas'' y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo''. Para los que creemos en Él, si ambos mandamientos se cumplieran habríamos logrado una sociedad justa.

Por esta razón es necesario construir una comunidad sustentada en valores que permitan la realización plena del ser humano. Esos valores deben ser practicados por todos, a fin de que se cumpla el enunciado del amor y el respeto al prójimo. Si colaboramos desinteresadamente con nuestros semejantes sin duda será muy grata la labor y más todavía si orientamos a los injustos para mejorar las actuales condiciones humanas.

El mensaje de Cristo está referido principalmente al desarrollo pleno de nuestra espiritualidad, a buscar esa perfección. Un camino difícil sin duda, pero uno que constituye una meta libre de egoísmos y centrada en nuestro prójimo.

Ni las cosas materiales, ni el poder, ni el dinero son malos en sí mismos; son parte de la dimensión humana. La cuestión es cómo utilizamos estos medios para que las personas puedan realizarse plenamente, sin que uno se aproveche del otro y sin que el poder lo corrompa.

Así, entenderemos el porqué de la pasión de Cristo y más aún su resurrección para que reflexionemos sobre nuestra relación con nuestro prójimo, invocando a Dios fuente de toda razón y justicia.