89 años. Mucho antes de llegar a esa edad, la mayoría deja su trabajo. Se jubila. Se dedica a pasar su tiempo con sus nietos, si es que los tiene. Ya el físico -y a veces la cabeza- no permiten sostener una actividad diaria demandante. Aunque el tedio que implica ese día a día sin novedades puede resultar insoportable.
Eso fue lo que le sucedió a Joe Bartley, un inglés de 89 años que, cansado de su rutina improductiva y aburrida, decidió darle un giro a su vida. "No tenía nada que hacer y no me podía pasar el día viendo la televisión", comentó. Optó por cambiar el rumbo.

"Se busca trabajo. Ciudadano mayor de 89 años busca empleo en la zona de Paignton, 20 horas o más a la semana. Todavía soy capaz de limpiar, hacer trabajos de jardinería, reparaciones, cualquier cosa. Tengo referencias como soldado veterano en la fuerza aérea. ¡Sálvenme de morir de aburrimiento!", dice el anuncio que publicó en Herald Express, el periódico local.
Bartley vive en una pensión que recibió gracias a su servicio en Palestina después de la Segunda Guerra Mundial. Allí se desempeñaba como operador de señales. Decidió distanciarse del ejército durante unos años hasta 1958, cuando volvió para colaborar en el cuerpo de mecánicos. Tras su abandono definitivo de las fuerzas aéreas, empezó a trabajar como limpiador. Tarea que desarrolló hasta los 83 años -mucho tiempo después de jubilarse- en una universidad.
Además de darle una actividad a su rutina, Bartley buscaba trabajo para pagar sus cuentas y no depender de los beneficios del pensionado. "Todavía me siento suficientemente activo. Solo quería un empleo de cinco horas al día para pagarme la renta. Vivo en un piso social, pero prefiero trabajar y pagarme mi vivienda como he hecho toda mi vida. Soy chapado a la antigua.Cuando trabajás, tenés más confianza en vos mismo y podés hacer nuevos amigos", expresó.
Ni bien publicó el anuncio, recibió dos llamados con propuestas laborales. Por un lado, un supermercado quería contar con sus servicios. Por otro, un café cerca de su casa que también buscaba sumarlo al staff.

Se decidió por la segunda opción. Hace pocos días empezó a trabajar en la Cantina Kitchen and Bar, en Paignton, un pequeño pueblo costero inglés. Kate Allen, una de las dueñas del café-restaurant, contó que se llevó una muy buena impresión de Bartley desde su primera charla: "No hay mucha gente que sea tan proactiva, más allá de sus 89 años. No podíamos dejarlo escapar, me gustó desde que hablamos por teléfono. Aquí el personal es joven y muy agradable. Encajará".
Así fue como Joe Bartley comenzó a trabajar en el local. La noticia de su anuncio clasificado y de su posterior obtención de trabajo pronto se viralizó. El soldado veterano sirve pasteles y limpia las mesas de Cantina Kitchen and Bar, que ganó reconocimiento por contratar a un anciano. Joe Bartley, por su parte, con 89 años, demostró que la edad no es un impedimento.
