La Organización de las Naciones Unidas conmemora cada 23 de junio desde 2011 como el Día Internacional de las Viudas con el fin de dar voz a las experiencias de las viudas y para reactivar cuanto antes el apoyo especial que necesitan.

Para muchas mujeres, la devastadora pérdida de su pareja se ve magnificada por una lucha a largo plazo por sus derechos básicos y su dignidad. A pesar de que hay más de 258 millones de viudas en todo el mundo, históricamente estas mujeres han pasado desapercibidas, sin apoyo ni medidas en nuestras sociedades.

A día de hoy, mientras los conflictos armados, la migración y la pandemia COVID-19 dejan a decenas de miles de mujeres viudas o con sus parejas desaparecidas, “las experiencias y necesidades únicas de estas mujeres deben pasar a un primer plano a través de sus propias voces”, plantea la ONU.

En ese sentido, advierte que “experiencias pasadas basadas en guerras o pandemias muestra que a las viudas a menudo se les niegan los derechos de herencia, se les arrebata sus propiedades después de la muerte de su pareja y pueden ser objeto de estigma y discriminación como ‘portadoras’ de enfermedades.

A nivel global, las mujeres tienen menos posibilidades de acceso a pensiones de vejez que los hombres, por lo que la muerte de un cónyuge puede conducir a la indigencia de las mujeres mayores. En el contexto actual, las viudas pueden no tener acceso a cuentas bancarias y pensiones, ya sea para pagar la atención médica si enferman o para mantenerse a sí mismas y a sus hijos. Con familias de madres solteras y mujeres mayores solteras, que ya de por sí son particularmente vulnerables a la pobreza, esta es un área que necesita atención urgente”.

Así, este Día Internacional es una oportunidad para pasar a la acción y conseguir así lograr sus plenos derechos y el reconocimiento para las viudas.

Esto incluye proporcionarles información sobre el acceso a una parte justa de su herencia, tierras y recursos productivos; pensiones y protección social que no se basen únicamente en el estado civil; trabajo decente e igualdad de remuneración; y oportunidades de educación y formación. Capacitar a las viudas para que se mantengan a sí mismas y a sus familias también significa abordar los estigmas sociales que crean la exclusión y las prácticas discriminatorias o perjudiciales.