Cuando tenía 19 semanas de embarazo los médicos le dijeron a Abbey Ahern que su bebé tenía anencefalia, una anomalía que afecta el crecimiento del cerebro y la médula espinal. Pero ella siguió adelante y decidió seguir adelante y donar los órganos de su hija para sanar la herida.

Cuando el doctor le dijo que su bebé era “incompatible con la vida” y a pesar de que fue un momento duro de digerir, junto a su esposo tomó la decisión de seguir adelante con su embarazo.

Al poco rato de recibir la noticia, Abbey sintió que su hija tenía un propósito, y dijo a los doctores que quería sostener a su pequeña en brazos aunque fuera por un instante y luego que sus órganos estuvieran a disposición de los doctores en caso de ser útiles para un trasplante. Su esposo Robert fue un gran apoyo para ella y para sus otros dos hijos Dylan y Harper.

En una entrevista al diario británico Daily Mail, Abbey Ahern aseveró: “Llevar en mi vientre durante nueve meses a un bebé con una enfermedad terminal, fue la cosa más difícil que he hecho. Aunque hemos conseguido ver la belleza dentro de lo doloroso del proceso”.

En ese sentido, aseguró que donar los órganos de su hija le ha ayudado a sanar la herida. La pequeña vivió por 14 horas y 58 minutos y sus padres aseguran que durante todo ese tiempo estuvo rodeada de amor, alegría y paz