No fue una falla mecánica ni condiciones climáticas adversas. Los pilotos de uno de los vuelos de la empresa Transavia Airlines con destino Amsterdam debieron realizar un aterrizaje forzoso el martes pasado, debido al mal olor de uno de sus pasajeros.

La experiencia fue tal, que el resto del pasaje terminó con vómitos y descomposturas por haber compartido el habitáculo a miles de metros de altura.

Las quejas no tardaron en llegar a la tripulación y el evidente malestar de grandes y chicos obligó a que el pasajero en cuestión pasara al sector trasero de la aeronave. Sin embargo, fue una solución momentánea e ineficaz.

La situación se volvió incontrolable y el comandante del vuelo tomó la decisión de aterrizar en el Faro de Portugal, bajar a la persona que causó el revuelo y, posteriormente, continuar el recorrido.

Según indica el sitio El Mundo, uno de los pasajeros contó: "Un equipo de limpieza tuvo que venir para limpiar todo el avión. Sólo entonces podríamos continuar el trayecto".