Hace mas de 30 años, una joven de 18 años decidió cambiar el rumbo de su vida. Mariana Guiñazú dejó la carrera de Psicología para seguir su verdadera vocación: la peluquería. Así comenzó una historia marcada por la pasión, el aprendizaje y la búsqueda de la excelencia.

En 1995 inauguró su primer salón, y mientras daba sus primeros pasos en el mundo de la belleza, también cursaba la Licenciatura en Marketing. Su curiosidad y compromiso la llevaron a formarse en la prestigiosa Academia Pivot Point de Chicago, en Mendoza, y a trabajar desde sus inicios con las marcas líderes del mercado: L’Oréal y Kérastase.

Mariana Guiñazú y su equipo de trabajo.

La capacitación constante fue siempre su sello. A lo largo de los años, viajó a Buenos Aires, Córdoba y Mendoza para seguir perfeccionándose junto a L’Oréal Professionnel, convencida de que la formación continua es lo que marca la diferencia.

Luego de una década de trabajo, se casó y formó su familia, con sus tres hijos —Ma Pía, Violeta y Vittorio—, quienes la acompañaron en las distintas etapas de su carrera. A su lado, Matías Vassallo, su esposo desde hace 20 años, ha sido un gran compañero y apoyo incondicional en cada paso del camino. Incluso estudió francés e italiano sumando una nueva herramienta para seguir creciendo.

 

Mariana Guiñazú y su familia.

“Siempre quise ayudar a las personas a cuidar su cabello y a mantenerlo saludable con buenos productos. Que no solo se vean bien cuando salen de la peluquería, sino todos los días”, cuenta con la misma pasión que la impulsó desde aquel primer día.

Hoy, tras tres décadas de trayectoria, sigue fiel a sus valores: calidad, formación y un trato humano que hace de cada visita una experiencia única.
“La mayor satisfacción es cuando la clienta se va feliz con su nueva imagen.”