Son todos felices. No pueden volar, no, pero Piggy Island es casi un paraíso. Y encima, Águila Poderosa los protege desde una montaña (o eso creen). Entonces… ¿qué le pasa a ese cejudo de color rojo que vive con el ceño fruncido? ¿Y por qué aquel de color negro explota cuando se enoja? ¿Y ese hiperactivo de color amarillo…? Ellos son Red, Bomb y Chuck. ¿Qué tienen en común entre sí? Ninguno logra ‘encajar’ con el resto de los habitantes de la isla. Y es esa una parte de su eterno enojo, que el primer film de Angry Birds -que llega hoy a San Juan en estreno nacional- se encargará de revelar como corresponde. Pero -siempre hay un pero- la mirada de los otros hacia ellos dará un vuelco cuando el cerdo Rey Leonard y su piara lleguen a la isla, con un malévolo plan entre patas, que el ‘power trío’ deberá desactivar luego que Leonard descubriera que ellos esconden algo bajo su plumaje.

Fergal Reilly (Hotel Transilvania, Lluvia de albóndigas) y Clay Kaytis (Frozen, Ralph el demoledor y Bolt) están al frente de esta propuesta que tiene su propia misión: mantener el mismo espíritu del juego. Angry Birds empezó como videojuego en 2009, de la mano de la compañía finlandesa Rovio Entertainment. Tal fue su popularidad en todo el mundo, que fue adaptado para los dispositivos móviles; acierto que no hizo más que contribuir con el éxito del juego, que en 2012 se convirtió en el más popular, con 1.000 millones de descargas entre Apple Store y Google Play. El merchandising no se hizo esperar, y así aparecieron desde peluches hasta mochilas, pasando por lapiceras y disfraces con las imágenes de Red, Chuck, Los Blues, Bomb, Matilda, Hal, Terence y Mighty Eagle.