Quienes alguna vez asistieron a un espectáculo teatral toman con naturalidad esos segundos de oscuridad previos al comienzo de la obra. ¿Pero qué pasa si la luz jamás se enciende y la oscuridad -incógnita intimidante para algunos- se adueña del espacio y del tiempo? Una experiencia inolvidable -responden muchos- donde los otros sentidos se potencian y la imaginación vuela. Experiencia que comienza apenas el público atraviesa el umbral de la sala, en total ausencia de luz; y donde no hay ni escenario ni platea que divida a actores y espectadores. Vivencia que los sanjuaninos podrán sentir en carne propia el próximo domingo, cuando de la mano de Fundación OSDE y el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson debute en la provincia el Teatro Ciego. Se trata de una propuesta del Centro Argentino de Teatro Ciego, cuyas puestas se concretan en ausencia total de luz, condición elemental que -reza la carta de presentación- "te sumergirá en un universo de sensaciones sonoras, olfativas y táctiles, haciéndote sentir la historia’.
"Un viaje a ciegas’ es la obra que el elenco presentará en el Museo. "Se trata de una comedia realizada por seis actores ciegos y no ciegos, que se desarrolla en un bar en los años "40, donde distintos personajes van contando historias que han vivido allí mismo o en otros espacios, como África o Brasil; lugares que se recrean y que los espectadores van a vivenciar allí mismo’, comentó a DIARIO DE CUYO Ilan Brandenburg, coordinador general del Centro. La puesta cuenta con música en vivo y efectos que estimulan los sentidos; y que junto a los relatos de los intérpretes son los elementos con los que cada espectador va construyendo o recreando la obra en su propia mente. Sin nada para ver más que la oscuridad, dejarse llevar por este camino desconocido se erige como la clave para disfrutar.
"Esto no es teatro de ciegos ni para ciegos, ni tampoco es ponerse en el lugar de un ciego por una hora; aunque esos preconceptos puedan estar en el espectador en un comienzo. Se trata de una técnica teatral que permite que los ciegos puedan trabajar como artistas, y que tiene un sentido inclusivo y pero al mismo tiempo es puramente artístico’, se explayó el coordinador; para quien la inclusión pasa justamente por la integración del conjunto. "Hay personas que al final no saben cuál de los actores son los ciegos y cuáles no; y lograr eso, que se pierda la idea de ceguera siendo el factor de la obra, es un objetivo ganado’, comentó. "Para mí esto tiene que ver más con conocer la riqueza de otros sentidos, de transitar una experiencia sensorial y colectiva. Posiblemente esto sensibilice al espectador y se sorprenda de que un ciego pueda ser artista; y eso no es menor; pero no es nuestra idea’, concluyó.
Reconocidos
Con antecedentes en experiencias realizadas por Mauricio Kartún en el instituto Di Tella, el Teatro a ciegas surgió hace 12 años en Córdoba con Ricardo Sued, quien -inspirado en las técnicas de meditación en la oscuridad practicadas por tibetanos- decidió realizar una obra de teatro en total oscuridad, con actores videntes: Caramelo de limón. En 2001, Gerardo Bentatti y José Menchaca (discípulos), fundaron el grupo Ojcuro -hoy comandado por Menchaca- que incluyó a miembros de la Biblioteca Argentina para Ciegos. Siete años después, Bentatti y Martín Bondone crearon un nuevo espacio, el Centro Argentino de Teatro Ciego -único en su tipo y referente para otros países- que inauguró su sede en 2008 en el corazón del Abasto porteño, donde también funciona la escuela con unos 60 alumnos, la mitad no videntes. Con más de 20 títulos (incluido uno para chicos, Mi amiga la oscuridad) el Teatro Ciego es presentado como una experiencia única en el mundo y fue declarado de interés cultural y social por la Cámara de Diputados de la Nación y por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Recibió los premios ACE en 2009 "por su acción solidaria y eficaz en contra de los prejuicios’, el premio especial Florencio Sánchez por labor teatral y el Premio María Guerrero 2010.