Si se habla de "normalidad" -un concepto en realidad bastante subjetivo- podría decirse que al año de la muerte de alguien, los ánimos han logrado serenarse, los buenos recuerdos afloran entre el dolor y la contención de amigos y familiares ayuda a sobrellevar la ausencia. No es el caso de Michael Jackson. Hoy, cuando se cumple el primer aniversario de su sorpresivo y escandaloso fallecimiento, siguen en danza un puñado de paradojas que muy lejos del "rest in peace" (descansa en paz), sólo generan desasociego. Por el lado del clan, todos están de los pelos por la herencia y señalándose con dedo acusador. En la vereda de la causa, en agosto se viene el juicio al médico que le inyectó el anestésico fatal; y hasta se habla de asesinato por conveniencia. Y en cuanto a la industria, ya era sabido que el deceso resucitaría las ventas, cosa que efectivamente ocurrió; y todos quieren una porción de la torta. Mientras tanto, una serie de homenajes amasados desde los distintos flancos tratan de poner un manto de piedad a tanta locura. Y en ese contexto, tal vez el más noble sea el de los millones de fieles que el irreemplazable astro cosechó alrededor del mundo. Desde Facebook -equidistante punto de comunión- proponen subir el volumen del legado más importante de Michael Jackson: su música.
¿R.I.P.?
Boom de ventas, peleas familiares, juicios y miles de fans dando vueltas repiten su nombre.

