Todas las noches, acomodada sensualmente en el sillón del living de Alejandro Fantino, opina de cuanto tema les tira el conductor a los animales sueltos. Y, fetiche sexy si los hay, todo lo que dice, hace y muestra es motivo de atención. Sin embargo, hay algo de lo que Luciana Salazar prefiere no hablar en público: de su corazón. Y no se trata precisamente de una cuestión de aurículas, ventrículos y válvulas, sino de sus amores. Es comprensible, no le resultó fácil bancar las críticas una vez blanqueado su romance con el formalísimo economista Martín Redrado (¿¡a quién le cerró esta pareja!?), que encima ya venía con sus propias cumbias… Y mucho menos -luego de varias idas y vueltas- anunciar una separación que terminó en escándalo, lágrimas y declaraciones cruzadas por todos los medios, incluidas las varias veces ingratas redes sociales. Tristona, la blonda de envase pequeño y curvas exhuberantes le puso el pecho a las balas y volvió a lucir su enceguecedora sonrisa. Pero allí, debajo de esos cuantos gramos de silicona, seguía sufriendo su corazón, más lleno de agujeritos que los de las Chiquititas. A partir de entonces, se dijeron varias cosas; se habló de una mujer despechada sangrando por el Twitter hasta un estado de anorexia que su delgadísima imagen aún no ayuda a ahuyentar (¡si parece que cualquier vientito la corta por la mitad!). Sin embargo, días atrás los rumores comenzaron a tomar otro color, más rosa se diría… y por qué no verdes; y todo a raíz de una perlita que la astuta blonda tiró en la red y luego quitó… a sabiendas de que unos minutitos allí iban a ser suficientes. Y lo fueron. La panelista sale con el hijo del potentado Pérez Companc, Pablo, dedujo Rodrigo Lussich de ese "PPC’ que a modo de acertijo, tipeó Luli; aunque luego, ofuscada, negó el asunto: "Con q necesidad ya me tienen q buscar un novio los medios? No se d q hablan, ni a la persona q nombran. Un poco d tranquilidad xfa. Tregua’ (sic).

¿Será cierto el romance? ¿Se tratará de un ardid de vengadora desilusionada? ¿O verdaderamente no tiene nada que ver? El tiempo dirá, lo que no se puede ocultar es que Luli Pop sabe ingeniárselas más que bien para no pasar al olvido. Dolida, tal vez. Desapercibida, jamás.