Aunque muchos la conocen como "la mamá de Leonardo Sbaraglia", Roxana Randón es una de esas actrices de raza que alcanzó renombre en cine como en teatro y televisión, experiencias que comparte en su escuela de arte de Buenos Aires, donde reside hace años. Sin embargo, lo que no todos saben es que esta mujer cálida que ha recorrido prácticamente el país, es sanjuanina. Nació en Jáchal, y si bien se fue siendo niña, guarda valiosos recuerdos de la provincia a la que nunca vino a actuar… hasta ahora. "Bastarda sin nombre", que el año pasado le deparó los premios María Guerrero a mejor actriz y Florencio Sánchez a mejor unipersonal, es la propuesta con la que debutará aquí el próximo sábado. Antes del movilizante regreso, dialogó con DIARIO DE CUYO.
– Viniste a San Juan algunas veces, sin embargo, nunca a actuar.
– La última vez fue hace unos cinco años, como directora de un infantil, Narices rojas… pero a actuar, nunca.
– O sea que a la emoción del regreso, se suma la del debut…
– ¡Claro que sí, debe ser por eso que hago dos funciones en un día!
– ¿Qué recordás de la provincia?
– Nací allí, incluso pasamos el terremoto en los "50… Mis padres eran italianos que fueron a San Juan porque mi padre fue contratado en Panedile. Vivimos en Jáchal y nos fuimos a Buenos Aires cuando yo tenía 6 años, pero guardo muchos recuerdos… Las acequias, mi primo que se cayó en una (risas), las uvas, las montañas, el jardín… Luego fui volviendo, a los 10, a los 16, recuerdo el Club Sirio Libanés… Y ya después pude volver poco, porque me casé, el trabajo, los hijos, con los que alguna vez también fuimos a pasear… Pablo, uno de ellos, fue especialmente a conocer Jáchal. San Juan es un lugar que añoro y del que me gustaría estar cerca, pero trabajo mucho y no siempre se puede, pero estoy cerca de corazón. Por eso para mí actuar en San Juan es una caricia para el alma.
– Hablaste de tus hijos y especialmente uno te convirtió en "la mamá de…"
-¡Y lo sigo siendo! (risas)
– ¿Te molesta esa continua referencia a Leonardo Sbaraglia?
– ¡Para nada! Yo estoy orgullosa de mis tres hijos, Javier que es arquitecto, Pablo que es músico y que a veces compone para mí, y Leonardo que es actor, aunque sólo una vez hicimos una tira juntos, hace años, pero no salió al aire…
– Entonces se deben una, y mirá si es en San Juan…
– Me encantaría, pero eso sí que sería demasiado…
– Mientras tanto, venís vos y tu Eva ¿En qué se diferencia de las otras?
– En principio no pensé que podía hacerla porque ni por cerca tengo la edad de Eva, ni el físico ni la apariencia; así que fue se construyó el personaje desde otros elementos, que no pasan por el parecido. De hecho, a la autora y al director les pregunté "¿Pero ustedes creen que yo puedo hacer esto?’, y estaban tan convencidos que me convencí yo también. Y allí comenzó el armado, desde la niña hasta la adulta enferma, que se van marcando con simples cambios de apariencia. Y la dramaturgia está apoyada sobre algo que no se ha subrayado nunca: la bastardía de Eva, que casi ni conoció a su padre legal, vulnerable, con una carga de bronca y discriminación, y que es lo que más me conmueve…
– O sea que te pegó más por lo humano que por lo partidario…
– Uno no puede desconocer quién es Eva, pero sí, me entró por esa niñez tan difícil…
– ¿Sos peronista?
– Sí, pero insisto que no es el sesgo político el que me cautivó, sino la admiración por esa mujer…
– ¿La obra también es para aquellos que no la admiran?
– Sí, me pasa en el teatro. Está tan bien contada la historia humana de este ser de tanta pasión y perseverancia, que salen alucinados. Y para mí es un privilegio ser un instrumento de inquietud, de reflexión…
– ¿Hubo críticas de las otras Evas?
– Algunas de las actrices que hicieron a Eva fueron a verme y los comentarios fueron generosísimos, conmovedores; así que también por ese lado he tenido una gran satisfacción. Es maravilloso lo que está pasando con esta obra, desde todos los ángulos, muy movilizador.

