A los 29 años y con el apodo que su colega Juan Carlos Liendro le puso en alusión al personaje animado, "el Gokú" es marca registrada en el ambiente musical sanjuanino. Si bien llegó con el folclore y la percusión estampados en el orillo, Guillermo Illanes es uno de los músicos más multifacéticos y compartidos de la provincia. Rawsino, el curioso artista atraviesa géneros e instrumentos con la naturalidad que le dio haberse criado en un hogar donde mamó música, baile y amplitud de criterios. Al menos así lo recuerda el menor de tres hermanos que se completa entre cuatro grupos y varios solistas. Desde 2008 es socio fundador de Alquimia Cuyana, donde destila folclore latinoamericano y de la que hace un par de años se desprendió la cuerda de candombe Cando Cuyo. Hace cuatro integra Confluencias -con Rolando García Gómez y Raúl Rizo- con el que pasea cuyanía por Latinoamérica y Europa. Y forma parte de la Orquesta Típica de San Juan, tango que comanda Esteban Calderón, su maestro de bandoneón. Pero también se puso al servicio de Susana Castro, Paola Hascher, Mixtura, Melodía Leiva, Cristian Espejo y Fueye Tango Electrónico, entre otros; da el taller de bombo legüero y cajón peruano en el programa Artes y Oficios (en el Conte Grand) y en Cultura de Rawson; y tiene su productora, La Bulla.

– ¿Qué recordás tus comienzos musicales?

– El primer bombo me lo regaló mi papá un 13 de abril. Lo sacó en 20 cuotas, porque no podía pagarlo de una, y lo rompí a los 3 meses, pero tocando eh!.

– ¿Sabías que ibas a ser músico?

– De chico no sabía tocar, pero jugaba. Mi vieja dice que yo ponía los cassettes de Los Hermanos Abalos y tocaba arriba, como que era yo. Supongo que lo que hago está muy vinculado a lo que he sido y buscado. Al principio había ciertos prejuicios, porque el folclore estaba ligado a otra cabeza, pero mis viejos nos dieron la posibilidad de hacer arte, si bien pudimos estudiar otra cosa…

– ¿Vos hiciste otra cosa?

– Empecé periodismo, pero en el primer parcial me fui de gira a Viedma, con Susana Castro (risas). Yo soy músico popular.

– ¿Cuándo dejó de ser un hobby?

– A los 17, cuando empecé a estar en grupos. Recuerdo la vez que me gané mi primer billete tocando. Fabricio, ahora cantante de Alquimia, tenía La Plica y me invitaron. Gané $35 y yo no pretendía cobrar ni dada, pero esa plata, aunque no fue mucho, fue un puntapié para creer más en lo que hacía.

– Tocás cajón, guitarra, bombo, bandoneón… ¿Estudiaste música?

– De manera académica no. Cuando me quise inscribir en la Escuela de Música, llegué tarde. Al otro año llegué, pero me pasaba de la edad. Igual, aunque respeto a todos, mi búsqueda siempre estuvo ligada más a lo popular, soy más de la calle. Acompañar gente enseña y también aprendí mucho en las manyineadas, pasándonos discos, métodos, charlando, probando… No soy de los que están cuatro horas estudiando, yo toco el instrumento, pero todo el tiempo, es algo natural para mí.

– Sos curioso…

– Sí, me encanta aprender otros instrumentos…

– Y distintos ritmos…

– Lo bueno es que en este camino me he ido encontrando con mucha gente que fue enriqueciéndome. Así me fui acercando a otras músicas…

– ¿Eso permite que seas tan solicitado?

– (Risas) Qué se yo, a mí me gusta tocar y si hay buena onda, me prendo. De repente he tocado en la cárcel, en la tele, en el cumpleaños de un amigo, en el Auditorio…. El escenario es donde uno toca…

– El músico acompañante tiene menos vidriera que el cantante ¿te importa?

– No, pero al que actúa así se lo he hecho saber. No he tocado con estrellas. Una vez me crucé con una, ensayé una vez y chau… Van por otro camino. Para mí es compartir, aprender, gozar de la propuesta.

– Ya componés ¿Pensaste en cantar?

– Yo canto, pero en las manyineadas (risas). Quizás en algún momento llegue.

– ¿Se puede vivir de la música en San Juan?

– Se puede si tenés ganas de trabajar y de hacer las cosas bien, porque las oportunidades están para todos. Hoy para aprender hay un montón de artistas, de discos, de repertorio, de cursos. No es plata. Si creés en lo que hacés, hay que ponerse las pilas.

– Lo decís con autoridad. ¿’El Gokú’ ya es marca registrada?

– No sé, yo no ando pensando que si hoy toco, mañana la gente me va a saludar. Lo que sé es que desde que decidí vivir de la música, todos los días hago música y lo hago con compromiso, respeto, amor y entrega. De eso me hago cargo. Tengo el recuerdo de mi vieja haciendo empanadas para comprarnos las botas y de mi viejo pagando 20 cuotas para un bombo… Eso me hace respetar.