¿Dónde va la gente cuando llueve?; Vivimos, paremos; La marcha de la bronca…¿Quién alguna vez no tarareó sus letras o silbó sus notas? Perlas de la época dorada del rock nacional en las décadas del "60 y "70, estas canciones destilarán todo el brillo de aquellos años, el 1 de noviembre en la fiesta retro de Parada "80 (ver aparte). Y lo harán de la mano de sus creadores: Miguel Cantilo y Jorge Durietz.
Monstruos de la música argenta, se conocieron en 1967. Unidos, fundaron Los Cronopios, grupo que permaneció un año en el ruedo, porque en 1968 nació Pedro y Pablo, dúo que trascendió fronteras y tiempos. 45 años pasaron desde su creación y aunque sus fundadores tienen proyectos por separado, la chispa de Pedro y Pablo sigue encendida.
"El dúo está siempre en actividad. A principios de este año estuvimos en Israel e hicimos una gira por Bariloche y El Bolsón. No es un relanzamiento sino la reanudación de un trabajo que quedó temporalmente suspendido por mi viaje a España’, destacó Cantilo, que desde Madrid conversó con DIARIO DE CUYO sobre la mística de este conjunto que aterrizará en la provincia, junto a su hijo Anael en bajo y el baterista Carlos Casalla, un histórico de la formación.
– ¿Qué lo llevó a España?
– ¿Con Durietz tiene sus proyectos por separado pero el corazoncito en Pedro y Pablo?
– Eso es bastante aproximado. Desde un principio, cuando Pedro y Pablo sacó su segundo disco, allá por 1972, ya comenzamos a forjar paralelamente carreras solistas. Desde entonces, venimos contemporizando sin problemas la fidelidad al dúo y a nuestras apetencias individuales.
– Fue, indudablemente, la tarea que obtuvo mayor proyección popular en mi carrera. Le debo al dúo que la gente me conozca e identifique dentro del campo de la canción, por más que haya recorrido también un largo camino como solista, con bandas como Punch, Los Profesionales o mi actual banda solista. Pedro y Pablo fue como la matriz de un trabajo que me llevó y sigue llevando en muchas diferentes direcciones artísticas.
– Predominaba un estado de conciencia política muy intenso en toda la juventud. Había un respeto por la solidaridad y otros valores como la igualdad de posibilidades, la educación gratuita y la libre expresión de las ideas. Lógicamente eso tuvo una gran oposición por parte de los militares y de las clases privilegiadas de la sociedad.
– Por supuesto que existe y cada vez más. Los nuevos grupos de rock se ponen en evidencia en seguida, de acuerdo a su actitud artística. El rock nacional tomó un cariz muy comercial, aunque, existen como siempre excepciones. Este es un largo tema que tuve la oportunidad de analizar y exponer en mi último libro Qué circo – Memoria y presente de medio siglo de rock en Argentina.
– No tiene por qué dañarla mientras no se afecte la calidad de la obra artística. Ahora, si convertimos una canción en un panfleto adverso o a favor del gobierno, sí se daña.
– Hay agresividad entre la gente que tiene la agresividad adentro, al igual que hay adictos que llevan la adicción (a lo que sea) implícita en su carácter. El que no es agresivo, no se deja arrastrar por las pasiones políticas, ni futbolísticas, ni religiosas. Ahora, al que le gusta la agresividad encontrará siempre buenas razones para expresarla.
– Sí, muy distinta. La ciudad, eje de la canción, era muy otra. Se caminaba tranquilamente por las calles hasta altas horas, podías quedarte trasnochando en una esquina con amigos, tocando la guitarra en la vereda. Tal vez en San Juan se pueda vivir una vida bucólica y relajada aún en la capital, pero lo que es en Buenos Aires, se le perdió el rastro a aquella ciudad. Tal vez, por eso, la canción resulta tan evocadora y nostálgica, a pesar de su leve tono de protesta.
– Aunque no me gusta ponerme en ese lugar, siempre hay algo de la docencia que me tocó ejercer en diferentes momentos de mi vida, que me lleva a recomendarle a los nuevos cancionista, autores, compositores, que no dejen de absorber de los clásicos, los clásicos de la poesía (Lorca, Neruda, Borges, Darío, Benedetti) y los de la música (Beatles, Rollings, Police y yendo más atrás Beethoven, Bach, Mozart). No se puede escribir si haber leído, ni componer y tocar música sin haberla escuchado…

