A través de un collage de viñetas y cuadros cómicos, Enrique Pinti va hilando los sucesos que marcaron la historia de nuestro país hasta la actualidad. Desde la charla entre Isabel La Católica y Colón, hasta la llegada de la democracia, Pinti encuadra su espectáculo musical en una verdadera ‘Salsa criolla’, en la que mezcla el teatro de revista, el music hall, la comedia, el stand up, reunido en la persona talentosa con 76 años de edad y que sigue girando por los escenarios. Previo a la función organizada por Protea San Juan mañana domingo, el humorista dialogó con DIARIO DE CUYO.

– A los 30 años de ‘Salsa criolla’, ¿qué condimentos agregó para que no tenga fecha de vencimiento?

– Desgraciadamente, ‘Salsa criolla’ no tiene fecha de vencimiento porque los problemas de fondo son los mismos. No tenemos buenos servicios, no tenemos gas, no tenemos luz. Paguemos o no paguemos. Sean estatales o privados, sean nacionales y populares o sean neoliberales. Sea peronismo de Menem, peronismo de Cristina, radicalismo, neoliberalismo de Macri, sea gobierno militar o sea gobierno civil. Los impuestos se van a la mierd*, pagamos siempre al pedo, las rutas son un desastre, en fin… Estoy para tocar los 77 años y tenemos un hermoso país lleno de posibilidades, desperdiciados por peronistas, radicales, liberales, neoliberales y milicos de mierd*, en dictadura y en democracia. Encima tenemos la mala fama que los argentinos nos rascamos el cul*. Pero lo único que ha mantenido este país fue el trabajador. Desde el más humilde jornalero en Tucumán, hasta el director de un hospital público sin insumos y medicamentos. Debo citar una frase de Perón, aunque nunca fui peronista: ‘Lo mejor que tenemos es el pueblo’. Por lo tanto, no tengo nada que agregar a lo que dije en 1985 y en tiempos de censura también. El paso hacia adelante que dio Argentina es la democracia.

– Pero ¿no habrá cosas que mejoraron en los últimos 30 años?

– Sí, es muy diferente a lo que viví cuando fui chico. Hay cosas que cambian porque el mundo cambia, uno no se puede quedar atrás. Hoy se pueden casar dos personas del mismo sexo y esto antes estaba prohibido o no estaba legislado. Hay cosas que van para adelante. Pero los gobiernos nos ponen siempre en el rincón. En Buenos Aires tenemos un problema de tránsito infernal. La ciudad en 1917 era la primera en América en implementar subterráneos. Hasta el momento sólo se agregaron dos líneas de subte, con todo lo que creció el número de habitantes. París, que es una escupida en comparación con metros cuadrados, tiene 17 líneas de subte. Está bien, Macri hizo el metrobus que le resuelve la cosa a una ínfima parte de un grupo de un determinado barrio y nada más. ¿Pero qué carajo hicieron con lo demás y las otras gestiones anteriores? Siempre hay una excusa: la culpa es del gobierno anterior. De Macri para atrás, todos hacen lo mismo. Y de la misma manera, De la Rúa que se fue en helicóptero con el megacanje, el blindaje, Cavallo y el corralito, le echa la culpa a Tinelli por perderse en el estudio de televisión y eso le había provocado su caída. Los gobernantes nunca asumen su responsabilidad.

– Entonces, ¿es cierto que el pueblo se merece el gobierno que tiene, al votar por promesas incumplidas?

– Yo ya soy una persona que no tiene más esperanzas. Porque deposité mucho en alguna gente y me defraudaron. Como en mi caso, así están millones de argentinos. Lógicamente nos merecemos esto, porque somos cholulos y porque el poder nos deslumbra. Una enorme personalidad como la de Cristina, como la de Menem, como la de Perón, como la de Alfonsín, nos fascinan como si fueran talentosos actores e ídolos. Los comprás y después te das cuenta que una cosa es lo que hacen y otra lo que son.

– La política en sí misma no es negativa, ¿pero no siente que hace falta mayor participación de los ciudadanos en ella?

– Ahora la gente se está metiendo. No hay más remedio. Aunque todo esté mal y corrupto, el ejercicio democrático nos permite conocer cosas que las sucesivas dictaduras no te dejaban hacer. La gente no se metía por miedo. Ahora, hasta el más pelotud* perdido en La Puna, se da cuenta de lo que pasa.

– Se debate de nuevo si la sátira perjudica la imagen de los políticos. ¿La confrontación entre Tinelli y Macri es creíble?

– Pienso que todo esto da notoriedad. La caricatura los infla, los populariza y los pone en la mesa del café. Lo que hace Tinelli con grandes imitadores como Bossi, Flores y Freddy Villarreal, no los perjudica, los pone en evidencia de aquello que se charla en un café. No va más allá de eso. Que los pantalones se le caigan a Macri, realmente no importa. Lo que el pueblo espera son obras. El problema son las medidas políticas y económicas que se toman y que perjudican a millones. Eso es lo que duele.

– Al final quedan los artistas… ¿y al artista qué le queda?

– La satisfacción de haber ayudado a la gente a pensar y a reírse. Si un espectáculo que no hable de la realidad y sirva para evadir, está buenísimo también. Porque a veces no siempre estás con la cabeza dispuesta a amargarte en un teatro y escuchar a Pinti que diga todo es una mierd*. Los artistas contribuimos con nuestro mensaje a divertirse y a reflexionar.

– ¿Y cómo está su salud?

– Tengo la diabetes controlada. Estuve sufriendo un virus espantoso, un problemita en la garganta pero es una bolud*z que puedo superar. Todavía tengo cuerpo que aguanta. Tengo cosas de viejo chot* nomás, turnos con especialistas y hecho mierd* visitando médicos permanentemente, pero con buenos resultados. Hay mucho Pinti para seguir rodando. Si fuera por mí, hasta en mi velorio daré mi último show.