Uno de los protagonistas de la jugosa Trova Rosarina que surgió a principio de los ’80, compositor exquisito que trascendió tanto en boca propia como ajena -Mercedes Sosa, Juan Carlos Baglietto y Ana Belén, entre otros-; Jorge Fandermole vino muy pocas veces a San Juan. Por eso decidió que su regreso -mañana en el Teatro Municipal- sea un recorrido por canciones conocidas y otras inéditas que sumarán al nuevo disco que prepara. Sin embargo, y como podría pensarse, no sonarán allí ni Mirta de regreso, que varios le atribuyen pero es de Adrián Abonizio; ni Era en abril, que sí le pertenece, pero que decidió no cantar más (ver aparte). Sí estarán, claro, Canción del pinar, Coplas de la luna llena, La torcida y Diamantes, entre otras joyas.
– Dijiste alguna vez que comenzaste grande tu carrera musical…
– Sí, tenía unos 27 años. Lo que pasa es que soy ingeniero agrónomo y aunque componía, estaba dedicado a eso. A partir de la circunstancia de la Trova, se nos dio la oportunidad de grabar y la música pasó a ser lo principal.
– ¿Te preguntaste qué hubiera sido del Ingeniero Fandermole?
– Y sí, pero es como El jardín de los senderos que se bifurcan, uno no sabrá nunca lo que hubiera sido en otra circunstancia.
– Igual seguiste vinculado a la tierra, a su esencia…
– Sí. Yo no soy un individuo citadino, soy más rural. Me crié en un pueblo al lado de un río, de modo que el paisaje prevalece en mi imaginario. Y fijate que dentro de la Trova, me ha tocado ser el más folclórico…
– Pero no te quedaste ahí. Fuiste alternando géneros…
– Genuinas influencias. Empecé a estudiar música tocando folclore en mi pueblo. Cuando fui a Rosario las influencias, más urbanas, pasaron por el rock y la balada. Y además algunos lenguajes sirven mejor que otros para decir ciertas cosas.
– ¿Qué ideales sostenían en la época de la Trova? ¿Se cumplieron?
– Hay algo que me gusta destacar: cada uno de los que en aquel momento conformamos la Trova, que no fue un grupo formal, tuvo la fortuna, gracias a la voluntad de cada uno, de seguir activos. Si bien fue algo muy fuerte, no nos quedamos colgados de aquella emergencia histórica relacionada con sucesos claves como Guerra de Malvinas, por ejemplo. Todos desarrollaron su propia carrera con material nuevo.
– Se fueron adaptando a los tiempos…
– Sí y se modificaron los lenguajes según la época. Pero sí mantuvimos ese ideal estético al que adherimos en algún momento.
– O sea que en el fondo nunca dejaste de ser aquél…
– No, aunque un poco más viejo (risas)
– Te destacaste como uno de los mejores compositores. Y casi como que te hiciste más conocido en boca de otros…
– Hay una circunstancia determinante: siempre le di más importancia a la parte compositiva que a la expresiva, por lo tanto mi perfil tiene que ver, desde el principio, con subirme menos veces a los escenarios y elegir vivir en Rosario, más lejos de los medios centrales de difusión.
– No tuviste hambre de fama…
– Cuando uno graba su disco, donde sea, quiere que su trabajo se conozca y se comunique. La canción es una gran herramienta comunicativa, que necesita de otro. Nunca tuve la intención de ser un ermitaño. Lo que pasa es que también hay que elegir cómo uno quiere hacerlo y yo elegí esta manera.
– ¿Y cómo te llevás con la parte comercial?
– Desde el momento en que elegís un sello independiente, estás dispuesto a defender tu trabajo, hacerlo conocer, llevarlo a los medios… Es una tarea difícil porque te quita tiempo para lo otro; pero tiene sus ventajas, porque todas las decisiones, los errores y las virtudes, corren por tu cuenta.
– No te gusta la vara de las grandes discográficas…
– Es un mercado muy estrecho, egoísta, porque no atiende la diversidad. Y la cultura de un país no pasa sólo por el centro. Si se le diera cabida a la totalidad, sería muy distinto, en todos los aspectos. Pero no sirve pensar en esas utopías, uno tiene que asumir lo que tiene alrededor y trabajar para mejorarlo. No hay que andar lamentándose. Y además, lo bueno, es que a pesar de todo, siempre hay lugares alternativos donde las alternativas se conocen y equilibran.
– ¿Esa preminencia es parte de un proceso, es cíclico?
– Creo que sí y que tiene que ver con decisiones de los medios y con políticas culturales. Seguimos siendo un país donde lo que sucede en Jujuy debe ser irradiado desde Buenos Aires para que se conozca.
– Hablás de políticas culturales y vos fuiste funcionario ¿Cómo fue tu experiencia?
– Interesante, porque no hay forma de cambiar las cosas si no es participando. Del 94 al 96 fui director de Cultura de la Municipalidad de Rosario, y me sirvió para adquirir experiencia en cuanto a cómo gestionar y qué papel tiene el Estado en la generación de cultura de los particulares…
– ¿Qué conclusión sacaste?
– Hay que sentarse de un lado y de otro.
– Los artistas, en general, demandan ausencia del Estado…
– Y en algún punto tienen razón, porque es una labor muy importante en este país y de la que no se va a poder prescindir nunca. El Estado tiene que ser lo más ecuánime en cuanto a oportunidades y a allanar caminos para que las ideas se desarrollen, pero tampoco puede estar atrás de todos.