Distinguido como ‘embajador’ de la música tropical, título que le fue otorgado por la intendencia de San Luis, el cantante y acordeonista Alcides Berardo regresó a la provincia con sus grandes éxitos tales como ‘Negrita mía’, ‘Farolito’, ‘Sopa de caracol’, ‘Violeta’, ‘Lágrimas derramo en ti’ y muchos otros. Junto a otros hits nuevos que refrescan su clásico repertorio. Dialogó con DIARIO DE CUYO, luego de realizar su show en el Casino de Rawson y ahora esta noche se presentará en el Casino del Bono. Opinó sobre la actual situación de la bailanta argentina ‘arruinada’ por la cumbia villera y se despega de la cumbia pop, al considerarlos como ‘modas’ pasajeras.
– ¿Por qué está alejado de la bailanta?
– La bailanta no existe más. Fui el creador en el ’89 de este estilo, pero no hago más baile en Buenos Aires. Me dedico más hacer ahora shows en casinos y eventos privados en el interior del país. Veo que es muy riesgoso hacer mis recitales allá. Lo hago más que nada en el interior. Ya que tengo a esta altura de mi vida, la posibilidad de elegir, me quedo con shows más tranquilos y seguros, la paso bien.
– ¿Por qué se ha vuelto riesgoso la bailanta para usted?
– Lo que pasa, es que la cumbia villera la arruinó. Se puso muy raro todo. Cambió el público, cambió la música… bueno de música no tiene nada. El sonido es muy agresivo y la letra es violenta contra las mujeres. Se fue torciendo todo de verdad y quedó un segmento muy reducido de gente que va a escucharla. El mal y el daño, ya está hecho. En Buenos Aires había 250 bailantas en los ’90 y hoy en Capital Federal no hay un solo baile argentino. Hay 30 que funcionan más o menos alrededor de la capital (en el conurbano), pero 1.500 números que hacen cola por cantar. Mis colegas tuvieron posibilidades de estar en la gran vidriera. A algunos les fueron bien, a otros no tanto. Tuvieron el sueño del ‘pibe’ por cantar en Buenos Aires y ser famosos. Pero ahora, hay un negocio fugaz, explosivo, que estruja a muchos y agota numerosas fuentes de trabajo. Ser solista es muy difícil, ni yo puedo creer lo difícil que me costó mantenerme y todo lo que perduré hasta ahora. Trabajo cinco shows a la semana y eso es muy bueno.
– ¿Cómo ve el fenómeno de la ‘cumbia pop’ de grupos como Márama, Agapornis, Rombay que son exitosos actualmente?
– La verdad que no sé a qué se le puede llamar exitoso. Aquel que convoque desde niños hasta mayores de 95 años e incluya a todas las clases sociales, eso es ser masivo y exitoso. Estos grupos convocan a sectores juveniles solamente, ¿y se les llama exitosos? A mí no me parece. Para mí, la cumbia pop es una moda que puede durar unos meses y se acaba.
– ¿Los escuchó alguna vez?
– Soy un adicto a la buena música. Con el perdón y el respeto que se merecen, pero a mí no me gustan. La cumbia pop y la villera
no son de mi agrado. Me gusta la música elaborada, bien hecha. Hace 52 años que hago esto y no me fue tan mal, pienso que no cambiaré nunca. Tuve muchas propuestas de hacer otras cosas, pero sigo una línea desde un principio y no la abandonaré.
– ¿Por qué a la movida tropical se la vincula siempre con mafias o ambientes delictivos?
– Nuestro rubro es tan manoseado, lamentablemente de la mano de cosas muy feas. Los medios de Buenos Aires se ocupan de esto, Para ellos es una moda y lo que estamos aquí estamos bien parados viviendo otra realidad muy distinta. La verdad no es tan así; el delito está en todos los lugares de la sociedad, pero parece que estamos siempre puntualizados. Casualmente, el martes 5 de abril, el presidente Macri dará una condecoración a todos los bailanteros de los años 90: Gladys (la bomba tucumana), Sebastián, Lía Crucet, Ricky Maravilla, Pocho la pantera; estaremos juntos en un gran acto con el movimiento tropical. Yo seguiré cantando hasta que Dios mande, es mi pasión y el día que no pueda cantar más me moriré. Me separé 18 veces, pero nunca podré separarme de mi carrera. Amo más a la música que a las mujeres.

