¿Quién no habrá bailado alguna vez sus baladas? ¿A cuántos les habrá ayudado sus letras para acompañar ese momento tan intenso y sublime en declararle los sentimientos hacia la persona amada? Durante más de 40 años, el compositor y cantante César "Banana’ Pueyrredón, marcó un estilo propio y contundente a la hora de interpretar canciones románticas, lejos de caer en lo meloso y en lo frívolo. Creador de notables hits melódicos como "Conociéndote’, "No quiero ser tu amigo’, "Cuando amas a alguien’, regresará a San Juan para celebrar por sus cuatro décadas de trayectoria musical. Antes de su visita, DIARIO DE CUYO entabló un diálogo abierto con el hombre, con el artista que supo mantener toda una carrera intachable y el cariño especial de sus seguidores más fieles.

– ¿Cómo nació el mito de "Banana’?

– Primero armamos en familia el grupo, que se llamaba "Fever’ allá por inicios de los años "60. Con mi hermano Daniel, mi primo Alejandro (Giordano), el "Toro’ Martínez y Jorge Scoufalos, quien además componía conmigo las letras. Había un cantante más (Jorge Estévez), que era casi la voz principal y que llegó a grabar los primeros temas. Pero nuestro productor decidió que tenía que ser yo quien lo cantara y como tuvo éxito, seguí adelante y Estévez comenzó con su carrera solista. La banda siempre conservó el mismo espíritu y se mantuvo así hasta el 84, donde decidí cerrar el ciclo de "Banana’, para luego comenzar mi carrera como solista. Pero al poco tiempo me hice llamar Cesar Banana, para identificarme con la historia de la banda.

– ¿Pero de dónde salió el nombre?

– Nuestro productor Ricardo Kleiman, que trabajaba mucho en el ciclo radial "Modart en la noche’, vino del sur de Francia con la idea del nombre de una marca de ropa que le encantó. Así fue que el nombre fue ‘Banana’. Y en esos años pegaba mucho en Argentina porque hablaba de los tipos cancheros, del seductor y conquistador con las mujeres. Empezamos como una banda pop en una gran oleada que tuvo el rock argentino incluyendo a Los Gatos, Almendra, Manal, La Joven Guardia y un montón de otros grupos. En aquel tiempo hubo una primavera florida del rock nacional.

– ¿Cómo fueron esos años que convivías con Almendra en los festivales?

– (Risas) Hubo de todo, momentos alegres y otros no tanto. Cuando tocamos en un teatro de Flores, Almendra cerraba el ciclo de conciertos y la gente tenía que esperar mucho para verlos tocar. Los fans nos tiraban de todo, nos insultaban, querían sí o sí a sus ídolos. Nos querían echar (risas). Frecuentemente había que pasar por eso en los primeros años, pero nos divertimos en grande toda aquella época.

– ¿Había un debate fuerte en el ambiente por ello?

– Claro, estaba la línea del rock ‘progresivo’ y lo ‘pop’ que era más comercial. Pero a la larga, la gente comprendió que sólo fueron etiquetas, rótulos que ponía la prensa, inclusive esas divisiones no reflejan lo que sucede entre los músicos. Mantuve un respeto y una gran relación con todos los rockeros. Desde Luis Alberto Spinetta, David Lebón, Javier Martínez, entre muchos. Con el mismo Luis Alberto, charlé en infinidad de ocasiones, lo admiré mucho desde los 16 años. Mi canción ‘Aún es tiempo de soñar’, que está llena de fantasía, no hubiera existido si no hubiera pasado por mi vida la influencia musical y poética de Spinetta. Asistía a todos sus conciertos. En una ocasión, la policía entró a una sala comenzó a pegarnos a todos, no dejaron que siguiera el recital porque los chicos tenían el pelo largo. Emilio (Del Guercio) salió a pedir explicaciones, pero todo terminó en un desastre y a las trompadas.

– El tema ‘Conociéndote’ fue un hit, ¿pero hay algo en esa letra que reflejara cosas que viviste en realidad?

– Sí, la compuse para una chica que andaba conmigo en primer año de la Facultad. Me divierte porque no era mi actual esposa, y es sabido lo celosa que se ponen con lo retroactivo (Risas). Fue mi caballito de batalla de toda mi carrera compositiva y me di cuenta que las canciones populares dejan de ser de uno, salen del nido y vuelan solas.

– ¿Por qué sigue vigente?

– Creo en la chispa de la creación artística y más allá de la plata que gane un compositor, hay atrás toda una vocación de hacer algo artístico que perdure, que logre conmover a la otra persona. Me parece que mi labor pasa por ahí, en lograr que el hecho artístico favorezca a todos. Por eso sigue existiendo ese vínculo afectivo, que mis canciones viven en el corazón de la gente. Las buenas canciones no tienen fecha de vencimiento, siempre estarán vibrando en los demás.