No sólo lo hace su mamá haciéndole sus comidas preferidas, sino también que se nutre espiritual y artísticamente cada vez que regresa a sus pagos. Para Martín Ferres volver al pueblo que lo acunó, en el que creció y en el que descubrió el amor por la música representa una sola cosa: "San Juan me nutre", como dijo a DIARIO DE CUYO el integrante sanjuanino del colectivo liderado por Gustavo Santaolalla que, a mitad de año, retomará las rutas nacionales con "una posibilidad de volver a la provincia", como adelantó.
De perfil bajo y cauteloso al extremo con su vida privada, el bandoneonista dialogó con este medio sobre su presente, las proyecciones y también algunos recuerdos, como los 2 Grammy que recibió como integrante de la formación de Santaolalla, uno de los cuales decidió guardar en su ciudad natal. "A todos nos dieron una estatuilla y una mía está acá, pero ni loco digo dónde" (risas), señaló, tras pasar las fiestas navideñas con su esposa Romina y su hijo de 1 año y 8 meses, rodeado de afectos.
– Y… más o menos. Siempre venimos por 15 días, pero ahora pasé el cumpleaños de mi papá y las fiestas, y ya nos quedamos.
– Me llamó la atención ver cómo evolucionó la vegetación. Yo me acuerdo de joven, que era difícil que creciera césped y, en ese sentido, ví la Circunvalación parquizada y las plazas también. Además, hay un montón de lugares nuevos para comer.
– ¡Éste fue el año que más calor sufrimos, lejos… casi nos morimos! (risas)
– Una de las cosas más importantes es que llevé a mi hijo a nutrirse de la energía de la montaña, en Zonda. Fue lo mismo que hice con mi esposa cuando estuvo embarazada. También pasé tiempo con mi familia, tuvimos días de pileta y de tenis. Toda mi vida fui al Lawn Tennis pero un gran amigo de esos tiempos, ahora está en el Banco Hispano y siempre que vengo me ofrece sus instalaciones. Ahí hay una agrupación que tiene hasta un grupo de WhatsApp, ellos siempre me reciben espectacular y querían que tocara algo. Yo accedí pero cada movida me gusta hacerla lo más prolija que pueda, por más chica que sea, y les dije que fuera con la condición de que nadie se enterara. La cuestión es que hubo unas 300 personas, Hugo de Bernardo nos prestó el escenario y Luis Godoy musicalizó. Toqué la canción de la película, algo de Bajofondo y dejé para el final Pa’ bailar y El Mareo con un dúo de cantantes sanjuaninas.
– Siempre digo que me lo olvidé, si no me van a hacer tocar en todas las reuniones, pero bueh…
– Y…sí. El puré de mi mamá es imposible de repetir, la pizza a la pavita es increíble; mi madre es una gran cocinera. Y los asados
de mi tía Marta, hermana de mi viejo, increíbles. Creo que llevo kilos de más y el colesterol más alto…
– No tanto. Porque, a fin de noviembre, me confirmaron que iba a hacer la música de una película. Se trata de una película colombiana que se llama Eso que llaman Amor, que saldrá cerca de abril o mayo.
– Como ya había decidido venir a San Juan, de los 30 días que pasé acá, 15 estuve trabajando, creando y hasta grabando. Lo hice en el estudio El Hornito de Sergio Manganelli, un gran músico y amigo de cuando íbamos a la Escuela de Música.
– Y… sí, fue por él (risas). Lo que me llegó de información es que lo querían a él, pero no estaba con mucho tiempo y encima desde la producción querían que fuera con bandoneón. Entonces ahí Gustavo les habló de mí, como siempre, ayudándonos, tan generoso…
– Ahora llego a Buenos Aires y entrego el total de la música de la película. Después toco con Bajofondo en la Vendimia Joven de Mendoza, el 27 de febrero; y en la inauguración de los Juegos Panamericanos de Toronto (Canadá). Sigue una gira por Estados Unidos y México.
– Por supuesto. En 2014, durante la gira por Europa y México, nos juntamos para definir cómo encarar el trabajo. En nuestra constante búsqueda y siempre con el filtro bajofondero, estuvimos escuchando rock progresivo de los ’70, para tener esa influencia. Hay bandas que necesitan un disco para salir a tocar, pero nosotros tenemos una proyección que no nos ata a eso. ¡Estoy muy feliz!

