Santiago González Riga es el historietista mendocino que hace las delicias de chicos y grandes con su imaginación. La cotidianeidad de dos hermanitos (se viene el tercero) y su familia en Mayor y Menor -que todos los domingos, hace 10 años llega a las casas con la Revista Rumbos- y las locas aventuras de Facu y Café con leche -con La Valijita- son sin dudas los "hits’ de una carrera que comenzó hace largo tiempo. Tenía 21 años cuando y cursaba la carrera de Diseño Gráfico (que concluyó) cuando empezó a publicar profesionalmente, en el suplemento infantil de DIARIO DE CUYO. Allí, durante 5 años, hizo la recordada Mate y Bombilla, una historia con fuertes referencias regionales -desde lo cultural hasta la fauna autóctona- que consiguió la identificación de los lectores y el pasaporte al resto del país. Folclore que se convirtió en su marca en el orillo y del que está orgulloso.
"Recuerdo que decidí hacer esa historieta bien cuyana, sobre unos chicos que vivían en un lugar árido, con Zonda, y a la gente le gustó mucho. En ese momento mandaban cartas felicitando, que todavía conservo’, comentó a este medio el artista, que el mes próximo estará en la Feria del Libro y la Cultura Popular de Rawson, presentando por primera vez sus dos últimos libros.
– Puede ser. A mí lo que me gustaba hacer más que una viñeta, es una historia larga con personajes, que se van desarrollando en cada capítulo. Y estaba también lo regional, porque soy un amante de la tierra donde vivo, siempre me gustó revalorizar las cosas nuestras. Lo hice con Mate y Bombilla, desde el lugar donde vivían; hasta Mayor y Menor, con el tipo de familia, las fiestas de fin de año, el calor… bien argentino. El humorista refleja la realidad y mientras más identificación tiene el lector, me parece que más gusta.
– Confiaba bastante en la historieta, pero no me imaginé que iba a llegar a tanta gente de distintas edades y estratos sociales. Eso sí superó mis expectativas. Apostaba a que iba a funcionar en gente más grande, no que los niños se fanatizaran tanto. Lo que pasa es que poner cosas que piensan los chicos, se sintieron identificados y la apropiaron. En Facu, por ejemplo, juego con la imaginación del chico. Los gatos son locos, hablan, interactúan con las personas o con un gnomo. Mayor y Menor es más real…
– En principio me inspiré en los primeros sobrinos que tuve -ahora tengo quince (risas), porque somos 8 hermanos- y algunas cosas de cuando yo era chico, que pongo en la piel de Nacho, el más soñador, que no le gusta ir a la escuela… Las reflexiones de Nacho son más mías.
– Creo que sí en sentido que lo que más me gusta es contar historias y hay pocos historietistas que hagan tantas historietas infantiles contando historias. Y que trabajen desde el interior, menos. Y el regionalismo también fue importante… Creo que cada historietista tiene su perfil y eso marca, como Liniers con el absurdo, otros con el humor político….
– ¡No, por suerte! Mirá, cuando chico se leía mucho historietas de afuera y me decepcionaba porque en Mendoza no se veían leones ni elefantes… Pero lo que no sabíamos es que había otras cosas, que no conocíamos porque no tenían difusión. Saliendo a la montaña, que me encanta, empecé a ver guanacos, cóndores, lagartijas y entonces decidí hacer historietas con estos animales. Como escritor siento la misión de ser una suerte de representante de mi país. ¡Yo no voy a hacer una historieta de superhéroes norteamericanos! Me gusta reflejar mi lugar.
– Sería un folclore estilizado (risas), con animales de la región, pero con problemáticas actuales. Todo lo mío está muy relacionado con el imaginario argentino. En Facu y Café con leche hay un perro que se llama Mate cocido, por ejemplo. Los argentinos hemos aprendido tantas cosas de afuera… sabemos con El Chavo de las tortas de jamón y sabemos costumbres inglesas y norteamericanas… no está mal, pero me parece que está bueno aprender un poco más de nosotros.

