Elba Rodríguez se consagró como la primera ganadora del MasterChef con 250 mil pesos como premio mayor y la edición de su libro de recetas, además de una beca de estudio para una escuela de cocina. Luego de la gran final que tuvo como protagonista a la joven de 23 años, llegaron infinidad de llamados telefónicos, entrevistas a la prensa, reportajes en televisión y miles de saludos por las redes sociales. Fue quien quizás más evolucionó en todo el ciclo. Desde su receta familiar del conejo en su primer día, fue incorporando nuevas recetas y técnicas culinarias que jamás había visto, pero siempre conservando su esencia y el sabor de sus raíces sudamericanas. Hija de padres bolivianos, deslumbró al jurado con su sopa de maní. Para convertirse en ganadora, Elba fue fiel a su simpleza. Ante la enorme repercusión que tuvo su consagración, DIARIO DE CUYO contactó a la flamante campeona.
– Ser ganadora me desborda, todo es muy fresco porque no caigo todavía. Lo importante que estuvo mi familia y mis amigos bancándome en todo y hoy estoy súper contenta.
– Al principio sentí que tenía muchas limitaciones, que yo no estaba a la altura para participar en el programa. Pero a medida que fui pasando las pruebas, fui desafiándome a mí misma. Sentí que era necesario realizarlo y me di cuenta que pude dar más de mí. Hasta los del jurado y mis compañeros se dieron cuenta de eso.
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– La publicidad fue muy tentadora. Me pareció que era para personas con experiencia en cocina. Cuando miré los requisitos y me di cuenta en realidad de que podían participar personas como yo, fanáticas con un amor propio por la cocina, entonces mi amigo me motivó para que me anote. Mi hermano estaba en contra, pero entre idas y vueltas, terminó grabándome, me apoyó en todo. Incluso me acompañó en la primera prueba cuando hice el conejo.
– Es que la sopa de maní, es un plato de la infancia, preferí hacerlo porque me hizo acordar mucho a mi mamá y a mis raíces, de las tierras de donde vienen ellos y que no conozco. Ese plato no sólo transmitía tradición sino que también un conjunto de muchas emociones. Mi papá llegó de Bolivia y se fue a trabajar a la Patagonia. Después mi mamá se vino con una hermanastra y cuando se trasladaron a Buenos Aires, en una parada de colectivo se conocieron y se juntaron. Ahí nació el amor entre ellos y bueno nací yo.
– Cuando comencé, se me hizo muy difícil porque como todo lo nuevo, siempre hay miedo. Sumando los nervios por las cámaras, más la presión de los jueces, que son unos expertos en el área. Se vive tensionado, sí, pero el hecho de tener ese carácter y el de imponer retos, a mi me encantó. Quizás el público los viera como los malos de la historia. En realidad, vivimos como se sale de la cocina de la casa para amoldarse en una cocina de restaurante de primer nivel. No sólo había retos, también habían incentivos, consejos, ítems para mejorar en lo profesional. Estoy contenta por cómo el jurado se portó con nosotros. Cuando se terminaba de grabar, llegaba súper agotada a mi casa. Fue muy duro pasar tantos meses en esto, no fue nada sencillo. Pero era lo que yo quería: cocinar y demostrar que puedo ser más. Todo lo malo que me pasaba, me lo bancaba.
– No tanto, más que nada subestimada conmigo misma. Me hago autocrítica de todo lo que me falta por saber. Una de las cosas que tengo siempre es que siento que aún me falta calle, necesito aprender más. No me sirve hablarlo, me sirve hacer las cosas para cambiar y mejorar. Gracias al programa y a la beca que gané se abrirán muchas puertas para perfeccionarme y es súper valioso. La mayoría de las veces, me la pasaba llorando de emoción, no por sentirme mal o presionada por alguien. En esta competencia hay que ser muy fuerte.
– Bueno me gustaría invertir en un proyecto gastronómico propio y quiero preparar el campo para cumplir mi sueño. Quiero capacitarme más para defenderme y saber nuevas recetas. Como dijo Cristophe (Krywonis), Germán (Martitegui) y Donato (de Santis) -los miembros del jurado- hay que viajar más, conocer y es una oportunidad que seguro me voy a dar. Con los tres tengo mucha afinidad y cuando los necesite ahí van a estar. Soy una persona que saca lo positivo de cada cosa que pasa en la vida.