– Sí, no hay muchos talleres que puedan contener a los ciegos que tienen vocación actoral, porque en general trabajan con varias discapacidades y a la hora de crear algo siempre está como marcándose la discapacidad; y nosotros trabajamos al revés. El Teatro Ciego es una técnica teatral única. Al principio no se trabajaba con ciegos, eso se dio después por una cuestión lógica y natural, te diría. Entonces ponemos la cuestión artística por delante de la lástima y hasta el morbo de la ceguera. No vamos por la discapacidad sino por la capacidad que tiene el espectáculo de transmitir algo de calidad, aunque es claro que Teatro Ciego tiene un impacto social real y fuerte, porque además de tener un lugar donde pueden desarrollarse plenamente, también da trabajo.
– Sí, y es un ejercicio muy grande de confianza. Ellos entran ya a oscuras, no saben en qué lugar del espacio están, dónde se van a sentar, qué van a sentir, quiénes son los actores… Tiene que haber una confianza ciega (risas).
– Sí, siempre decimos que hay tantas obras como personas hay en la sala; y eso está buenísimo. Es una experiencia intransferible.