– Aunque no es exclusivo de ellos, ¿el Teatro Ciego es una gran oportunidad para actores no videntes?

– Sí, no hay muchos talleres que puedan contener a los ciegos que tienen vocación actoral, porque en general trabajan con varias discapacidades y a la hora de crear algo siempre está como marcándose la discapacidad; y nosotros trabajamos al revés. El Teatro Ciego es una técnica teatral única. Al principio no se trabajaba con ciegos, eso se dio después por una cuestión lógica y natural, te diría. Entonces ponemos la cuestión artística por delante de la lástima y hasta el morbo de la ceguera. No vamos por la discapacidad sino por la capacidad que tiene el espectáculo de transmitir algo de calidad, aunque es claro que Teatro Ciego tiene un impacto social real y fuerte, porque además de tener un lugar donde pueden desarrollarse plenamente, también da trabajo.

– ¿Y cómo es la experiencia para el espectador?

– La mayoría de la información que le llega al cerebro hoy es a través de la visión, y cuando eso se anula, tiene que aprender a decodificar la realidad con los otros sentidos. Los primeros minutos son de desconcierto, muchas personas tratan de ver, pero como es imposible porque no se ve nada, al final se relajan y el cerebro empieza a adaptarse. Entonces pasan dos cosas, una suerte de revelación interna respecto de sus propios sentidos y capacidades; y el dejarse llevar por lo que les proponemos.

– ¿Ese es el punto de inflexión, dejarse llevar?

– Sí, y es un ejercicio muy grande de confianza. Ellos entran ya a oscuras, no saben en qué lugar del espacio están, dónde se van a sentar, qué van a sentir, quiénes son los actores… Tiene que haber una confianza ciega (risas).

– ¿Fundamental para que pueda producirse "la magia’?

– Cuando uno compra esa "convención’ basta un solo estímulo para conectarte. Si sentís el ruido del mar y sentís el viento, armás la escena en tu mente. Hay gente que sale pensando que había cosas muy estrafalarias, cuando en realidad era que estaba muy perceptivo.

– ¿Entonces la obra es diferente para cada espectador?

– Sí, siempre decimos que hay tantas obras como personas hay en la sala; y eso está buenísimo. Es una experiencia intransferible.