Irritación en vísperas del derrumbe del gobierno de la Alianza. Domingo Cavallo apareciendo como redentor. En un escenario serrano se presentaba el grupo más convocante del país: todo rockero que se precie dice haber estado en ese último recital de Los Redonditos de Ricota.

Lo de Córdoba bien podrá ser recordado como el día histórico más triste de la cultura popular.

4 de agosto de 2001 en el viejo estadio Chateau Carreras de Córdoba –ahora, Estadio Mario Kempes-. El cierre sonaría con Un ángel para tu soledad, segundo bis de la noche. Esa fue la imagen de un desenlace mucho menos redondo de lo imaginado. En principio, un final no anunciado: hacia noviembre tenían un show en la provincia de Santa Fe.

La última misa ricotera

Ese día de agosto, hace exactos 20 años, ocurrió el último recital de la banda más convocante de la historia del rock nacional. La última misa ricotera. Postal de época: dos micros llenos saliendo dos días antes desde la Plaza Roca, en Ballester hacia Córdoba. "¿Los Redondos? Un estilo de vida...”, se escuchaba por ventanillas que parecían parlantes.

Desde aquel entonces, Los Redondos son sus discos, sus canciones, sus letras y un hahstag que suplica piedad: #SoloTePidoQueSeVuelvanAJuntar!

Hashtag que empezó siendo cantito antes de una de las primeras presentaciones solistas de Skay Beilinson. Él, por un lado; el Indio Solari por el otro, trabajando en El tesoro de los inocentes (bingo fuel). Empezaba el fuego amigo. ¿Se multiplicaban como Almendra, o se separaban? El paso del tiempo fue drástico y desalmado con la feligresía.

¿Cuántos grupos no volvieron? Los Beatles, Los Redondos... Y nos quedamos acá, pensando. En el Teatro Roxy de Mar del Plata, noviembre de 2020, se escuchó por primera vez el sufrido reclamo que anticipaba una quimera irreversible: “Sólo te pido que se vuelvan a juntar”, se cantó en la cara de Skay.

El "año sabático" se trasformaría en una fianza que aseguraba el incumplimiento de cualquier tipo de ilusión. De ahí en más, reclamos al 0-800 Patricio Rey.

El enojo del Indio, las bengalas y una sorpresa

Los memoriosos –que se multiplican- recuerdan el inicio con Golpe de Suerte, el enojo del Indio, las bengalas en Juguetes Perdidos, Jijiji, y la sorpresa de Un ángel para tu Soledad en el cierre, con las luces encendidas marcando el final de la jornada.

Veintidós pesos costaba la entrada al campo de aquella noche cordobesa. El show empezó temprano, pasadas las 19. Unas 45.000 personas presenciaron el concierto, según cálculos oficiales. En otras palabras, estar ahí fue ver al Indio Solari y a Skay compartiendo sus últimas imágenes en un escenario. 

Los seguidores arriesgaban, como venía ocurriendo, que iban a tocar -básicamente-, canciones de Ultimo Bondi a Finisterre y Momo Sampler, sus últimos dos discos. Pero el menú se amplió a Vamos las bandas, Preso en mi ciudad o Rock para los dientes.

Después del “una más y no jodemos más” llegó un Un ángel par tu soledad… Esa sería la postal definitiva de esta historia que había comenzado, lejos y hace tiempo, con una suerte de desprendimiento comunitario de un grupo setentista y platense llamado La Cofradía de la Flor Solar.

Una muerte, 25 clásicos y la Argentina en llamas

La presentación estuvo musicalmente empañada, como muchas veces ocurría en sus shows: en Córdoba murió un muchacho santafesino de 31 años llamado Jorge Daniel Felippi. La víctima cayó de una baranda de seis metros donde su cuerpo se balanceaba nacional y popular. La mayoría se enteró del hecho recién cuando leyeron el diario del día después.

“Fanáticos de todos los rincones de la Argentina”, se escribió. De gente que, sin saberlo, iba a escuchar por última vez  “25 clásicos" y ser protagonistas, también por última vez, "del pogo más grande del mundo”.

Detrás del Indio y Skay, "Semilla" Bucciarelli, Walter Sidotti, Sergio Dawi y Hernán Aramberri también fueron Redondos (hasta ahí).

Meses más tarde suspendieron la fecha santafesina en la cancha de Unión. "Patricio Rey cree que no es el momento, que no hay ánimo para fiestas", explicaron mitológicamente mientras la Argentina estaba en llamas. Una verdad, pero también una excusa que venía como anillo al dedo. 

Había continuado con una salida elegante, sin demasiadas aclaraciones. Lo que se dice una fuga hacia adelante. Entre bambalinas, como publicó este diario, “las serias diferencias internas entre sus socios fundadores abrieron heridas que siguen hasta hoy y, en cierto modo, provocaron el efecto diáspora de Los Redondos”.

Veinte años sabáticos. ¡Quién pudiera! Las carreras solistas -e inmediatas- de Indio Solari y Sky Beilinson eran recibidas con menos felicidad que nostalgia.

Lo del Chateau tuvo condimentos que, con el paso de los años, hicieron pensar que la despedida estaba servida: mil personas trabajando para el recital y una producción faraónica con varias pantallas gigantes y un sonido que alcanzó la cima de los 200 mil watts de potencia, hicieron de aquella presentación un hecho de calidad irrepetible para la grey.

El desembarco de la banda había despertado todas las alarmas de la provincia: policías al por mayor, funcionarios abocados al operativo ricotero y el propio intendente de aquel momento, Germán Kammerath, se había puesto al mando de las previsiones, atento a los incidentes ocurridos en los últimos recitales de los Redondos en River y el Centenario de Montevideo.

Sobre el escenario, un show cercano a la perfección

Se escribió que “todo funcionó a la perfección”, salvo la imprudencia del ricotero Jorge Felippi. “Nos enteramos después del show. Por lo general, cuando había algún problema que no veíamos desde el escenario nos avisaban al final”, recordó Semilla Bucciarelli, bajista y pieza fundamental en la pared sonora de Los Redondos.

“El recuerdo que tengo es que fue un muy buen show en cuanto a sonido”, dijo.

Arrancó pasadas las siete de la tarde. Se cuenta que esa noche, el Indio Solari estuvo poco comunicativo y habrá que ver qué le pasaba. Saludó, eso sí, a su médico personal, el doctor Guillermo, “que Decadrón mediante”, publicó Clarín, “venció sus brotes hipocondríacos y mejoró el caudal vocal para sostener más de dos horas de show.

También se enojó cuando empezaron a volar zapatillas y otros objetos no identificados al escenario justo en el final de Sheriff : “¿¡Vos qué te creés, que esto es Los Violadores, boludo!? Pará la bola, me vas a embocar, gil. ¿Porque no venís al camerino a tirarme cosas?”, dijo, rabioso como un pescado.

Desfilaron más himnos como El pibe de los astilleros, Nadie es perfecto y cheques en blanco como Ñam Fri Fruli Fali Fru ,Jijiji).

Las cartas echadas

Skay señalaba en una entrevista: “Todo se terminó cuando nos dimos cuenta de que uno de nosotros se quería apropiar de ese proyecto tan hermoso que fue Patricio Rey, que había nacido como la comunión y el aporte de muchos artistas y no de los deseos de uno solo”.

Ya en 2013, con las cartas más que que echadas, hasta pareció una perogrullada que se corriera la voz (oficial) de que los Redondos no volverían a juntarse. Había pasado tanto desde Córdoba que algunos del “Yo fui” ya eran abuelos.

El diario Muy había ¿informado? sobre la vuelta del mítico grupo liderado por El Indio Solari y Skay Beilinson. Pero desde el entorno ricotero no tardaron en salir a desmentir la noticia.

La primera voz fue la de "La Negra" Poly, ex manager de la banda y compañera de ruta de Skay de toda la vida, quien rechazó la información. Pero no fue la única. La emblemática musa ricotera había pasado unos días con el productor José Palazzo, fundador del Cosquín Rock, quien se sumó a las desmentidas. "No hay ninguna novedad y lo más probable es que no pueda ocurrir”.

Además, en sus redes sociales, el bajista Semilla Bucciarelli se hizo eco (del eco) mofándose de los rumores de retorno mencionando la palabra "mentiras" y el canyengue "venta de buzones".

Angel de la soledad y de la desolación, preso de tu ilusión, vas a bailar a bailar… bailar.

Fuente: Clarín