A las 3.30 de la madrugada de ayer, Abel Pintos subió a escena y fue otra de las estrellas doradas de la máxima expresión de la tradición.

El muchacho del sombrero se sumó a los festejos después de una demorada apertura con fuegos artificiales incluidos, una seguidilla musical en la que despuntó el canto nativo del Chango Huaqueño junto a Los Luceros (que hizo flamear hasta servilletas desde la platea), el fogón y Los Cantores de Quilla Huasi que rindieron honores a su padrino artístico, don Buenaventura Luna.

Con una banda provista de un sonido poderoso y un cancionero notablemente pop, el joven fue el delirio de las muchachas que desbordaron el anfiteatro.