No son actores profesionales y tampoco tienen aspiraciones de serlo. Lo que los movilizó a incursionar en el teatro a esta altura de sus vidas fue "otra cosa", dicen tratando de encontrar palabras para ese "no sé que" que les devolvió la risa ruidosa, les quitó 10 años de encima y hace que no se pierdan una clase. Si bien aprenden técnicas y recursos de la actuación -pues de eso se trata; y en julio subirán a escena una creación colectiva-, lo que cobra vuelo cada lunes y miércoles por las tardes en los jardines de la Sala TES, es el aspecto más lúdico y social del teatro, arte que hoy celebra su día alrededor del mundo y de cuyo enorme universo ya son parte. Un teatro que ahí se tiende como puente para conectar con pares -algunos más jóvenes, otros no- y consigo mismos en el otoño de sus vidas, cuando otros ya bajaron las persianas. Y aunque pueda parecer un objetivo demasiado simple, para estas personas que pasaron de estar un año encerradas a divertirse, moverse y disfrutar con sus nuevos amigos, es un motor, una bocanada de aire fresco, "una pastillita para seguir viviendo", como dice "la abu" de 84 años.


La profe de la encantadora troupe es Celeste Castro, que comparte una "primera vez" con sus alumnos, ya que luego de trabajar muchos años con niños debuta al frente de un taller de adultos. Confiesa que al principio estaba indecisa, ya que al incluir a una de las franjas más delicadas en tiempos de pandemia, temía que la convocatoria no tuviera eco. Pero grande fue la sorpresa cuando el primer lunes se encontró con un número tal de entusiastas adherentes, que debió hacer dos grupos para ajustarse a lo permitido por protocolo. "A esta edad están recontra entregados a jugar, sin prejuicios y es hermoso. Hay deseo y eso es muy gratificante", señaló mientras de fondo resonaba todavía Corazón contento, por Palito Ortega, con la que hicieron algunos ejercicios para ablandar el cuerpo, casi un himno fraterno de lo que allí se vive.


"Siempre poner la magia cuando vamos a actuar", les indica la coach a los aplicados -y no tanto- discípulos, que más de una vez saltan con alguna ocurrencia. "¿Se entiende?" preguntó Castro tras otra marcación, al tiempo que una señora indagó: "¿El movimiento debe ser coherente?". "Si fuéramos coherentes no estaríamos acá", respondió Bernardo con voz grave y rictus serio, provocando la carcajada de todos. "¡Estás con personas mayores, estamos más allá del ridículo!", apuntó la autoproclamada "sinvergüenza" Lili antes de retomar la consigna. "¡Me salió! ¡Me salió!", gritó realizada otra de las alumnas. "¿Vieron que es posible hacer todo lo que hicimos hoy, cada uno a su tiempo?", alentó la profe antes de la despedida, coloreada con puños, alegría y promesa de reencuentro. Y sí, porque a esta altura todos tienen claro qué es el teatro para ellos: disfrutar el viaje más allá del destino. 

Ellos dicen



Isabel Paz (68)

"Había hecho teatro en los talleres de adultos de la UNSJ, y como este año no hay teatro, vi la oportunidad cuando en el grupo de jubilados de la Normal Sarmiento pasaron el flyer. Siempre me gustó el teatro, toda la vida, la parte dramática sobre todo', contó la docente, que supo estudiar un tiempo con Oscar Kummel en su juventud. "Pasa que luego viene el trabajo, la familia... uno posterga. Y ahora jubilada, no más postergaciones, dedicarme a mí', se explayó Isabel, quien también recibe el apoyo de su familia. "Me gusta el grupo, son agradables, solidarios. Nos ayudamos, las chicas están pendiente de las abuelas por ejemplo. Me gusta mucho', concluyó. 

Isabel Alvarez (84) y Lili Nievas (58)

Isabel y Lili son madre e hija. Aman el teatro y las Teatrinas. Hace ocho meses Isabel quedó viuda y entonces Lili la entusiasmó para ir al taller y que cada una haga su propia vivencia. "Fue para distraerme de este encierro, de la pandemia. Fui a la primera clase y me pareció extraordinario, era lo que necesitaba, un poco de ejercicio, más que nada para la mente, conversar con otras personas, memorizar nombres...' cuenta Isabel, que cumplirá 85 en abril. "Es un deleite y una hermosa experiencia compartida', dice Lili, arquitecta y docente jubilada. "Raramente, todos prendimos onda con todos, como si la fuerza del universo nos hubiera juntado', definió al grupo.



Bernardo Goldin (70)

"Es la primera vez que hago esto, me apareció en Face y algo me hizo click', cuenta Bernardo, enólogo y jubilado. "Es un grupo entretenido, le viene bien a uno para desestructurarse. Eso para mí es muy novedoso, nunca me hubiera visto haciendo esto, porque era una persona seria... pero me llamó el hecho de hacer algo novedoso, distinto... Y uno se va soltando cada vez más. Somos todos de distintas edades pero todo se amalgama', expresó "Berni', quien hace 10 años sufrió un ACV que dejó alguna secuela, pero que lejos está de ser un impedimento. "Es bueno después de estar guardados conocer otra gente, te despeja la cabeza', sentenció. 



Azucena González (79) 

"Yo llevaba varios meses guardada, con ganas de tener alguna actividad, me sentía muy encerrada. Conocí esta propuesta y me pareció agradable, divertido para aprender, porque nunca había hecho teatro. Es muy interesante y la profesora nos propone cosas a nuestro alcance. Me siento muy cómoda, el grupo es excelente, son muy alegres.', cuenta Azu, que en julio cumplirá 80 y siempre quiere estar activa. "Cuando uno para, que es lo que me pasó el año pasado, como que va perdiendo habilidades. Esto es bueno para el estado de ánimo y el cuerpo', añadió la otra "abu', que cuenta con el aliento de su familia para seguir haciendo esto que disfruta.