Jeannette Arata de Erize, quien fuera presidenta de Mozarteum Argentino durante 56 años ininterrumpidos, murió ayer, a los 91 años, en su casa de Barrio Norte.

Eficiente y trabajadora incansable, su acción fue clave en la consolidación de Mozarteum Argentino, la institución que nació como una pequeña asociación allá por 1952 y que de su mano se convirtió en una marca reconocida mundialmente que instaló a la Argentina en una plaza para la música académica internacional.

Como presidenta de Mozarteum, Jeannette Arata estuvo en San Juan, 1982 cuando fundaron la filial local y Carlos Fagale fue nombrado titular, engalando las veladas sanjuaninas en dos oportunidades más en los años ’90 y manteniendo una fluida comunicación con los miembros locales de Mozarteum.

Su tenacidad y capacidad organizativa hicieron que las grandes figuras de la escena mundial comenzaran a llegar a Buenos Aires, en una época donde América del Sur no era un destino atractivo. Así fue como en 1965 vino a la Argentina la Filarmónica de Viena, luego de cinco años de viajes para cultivar relaciones, y que marcó el inicio de un camino que permitió la llegada de grandes orquestas a través de Mozarteum.

La labor cultural de Arata fue reconocida a través de numerosos premios y condecoraciones, como la Legión de Honor del gobierno de Francia, la Medalla de Oro de la Cultura Italiana, la Orden de Comendador del gobierno de Austria y la designación de embajadora cultural de Buenos Aires, entre otras.

Una mujer comprometida con la cultura, que dedicó su vida a Mozarteum, y hoy sus miembros la despiden con honores.