El mundo del cine despide a Bernardo Bertolucci, el último gran realizador del cine italiano fallecido a causa de un cáncer, ayer a los 77 años en Roma. Autor de éxitos como Novecento y El último emperador (que le valió nueve premios Oscar); su prestigio también se vio empañado por tremendas declaraciones de María Schneider, fallecida en 2011. Hoy, en el Ayuntamiento de Roma, será la capilla ardiente donde se expondrá el féretro para que sus admiradores puedan despedirlo. Posteriormente, en una fecha aún por determinar, se celebrará una ceremonia de conmemoración del cineasta, que en los últimos años debía movilizarse en silla de ruedas.


Presidente en 1990 del jurado de Cannes, donde recibió en 2011 la Palma de Honor por toda su obra, Bertolucci se destacó por una mirada y un lenguaje propios, que quedaron plasmados también en Antes de la revolución, El conformista, La luna y El pequeño Buda, otras de su rica filmografía. Pero fue con Último tango en París, de 1972, donde alcanzó la popularidad, que llegó junto a una dura polémica, totalmente vigente. Se trata de una escena en la que el maduro protagonista Marlon Brando viola a una joven María Schneider (por entonces de 19 años), con la ayuda de una manteca, algo que aparentemente no figuraba en el guión según testimonios de 2007 de la propia actriz. Si bien ella reconoció que había conversado con Brando sobre algunas escenas, afirmó que esa acción -que se dijo, fue planeada entre el director y Brando- la tomó por sorpresa y que las lágrimas que se ven en la escena eran reales. Bertolucci, quien en algún momento argumentó que buscaba reacciones espontáneas y máximo impacto, expresó luego que todo había sido planeado con anticipación y que ella estaba al tanto, salvo el uso de la manteca.