(Apertura de temporada de Mozarteum San Juan, con String Quintet Wiener Kammersymphonie) 
 
Escribe Fray Luis Lenzi O.P 
 
 
Muchas obras sinfónicas fueron originalmente escritas para piano o dos pianos y luego transcriptas a orquesta. En este caso asistimos a transcripciones de obras sinfónicas a conjunto de cámara, específicamente a un quinteto. Eso plantea un desafío de lenguaje como sucede en una traducción de un idioma a otro o un cambio de ritmo. Este concierto inaugural de Mozarteum comenzó, para ser fiel a su nombre, con ¡Mozart!. El año de su muerte, 1791, escribió lo que ha pasado a ser el mayor Singspiel (opereta alemana) de la historia, que a pesar de su raro libreto se ha inmortalizado por su música: "La Flauta mágica". Escuchamos la Obertura, solemne y a la vez ligera. Es verdad que en la época de Mozart las orquestas eran más pequeñas, pero esta versión marcaba el "alma" de la obertura. El mágico violín de Rebekka Hartmann puede reemplazar a cualquier instrumento agudo, comenzando por la flauta.

Pero en realidad es imposible reemplazarlos, lo que hace es expresarlos. Para el aria "Der Vogelfanger" que es una canción pegadiza que permitiría a los vieneses salir cantándola todos en "su" idioma. Para interpretar la voz burlona del personaje, el violín hace melodías entrecortadas, una variación que provoque la misma sonrisa que hubiera logrado "Papageno". Muy distinta es "Der Holle Rache", que entonada por la malvada "Reina de la Noche" alcanza los agudos más altos posibles, pero ya ahora sabíamos a qué nos exponíamos. Con Beethoven (1770-1827) no hubo que transmutar voces a instrumentos ya que el piano podía seguir siendo "él mismo". El 3º Concierto se estrenó en 1803 casi tres años después de haber sido iniciado. No siempre el estado de ánimo de un autor se refleja en su obra, se pueden escribir páginas alegres en un momento difícil y viceversa, pero este "Allegro con brío" inicial muestra a un Beethoven de 30 años muy feliz y en un momento de reconocimiento. Posee una muy extensa introducción y cuando irrumpe el solista lo hace "gallardamente" tal como su nombre lo indica. El piano empieza sin introducción en tonalidad Mayor y es posiblemente el más importante movimiento reposado de Beethoven. La melodía se va como desenvolviendo. "Rondó", de nuevo inicia el piano, pero de inmediato se acopla el resto. Si el Allegro pintaba a un Beethoven feliz, este Rondó lo muestra contentísimo! Ernst Krenek (1900-1991), austríaco de raíces bohemias, fue creativo por mas de 70 años y transitó por todos los movimientos significativos del siglo XX, desde el academicismo al neoclacisismo del jazz, aunque su ópera "Jonny spielt auf" data de 1926 cuando todavía no imaginaba que debería dejar Austria, anexada Alemania por el nazismo, que catalogó sus obras como "arte degenerado". A los 22 años estrenó su primera sinfonía. Ante la pregunta "¿Espera Ud. que su música sea comprendida o simplemente espera las diferentes reacciones?" que se le hiciera en una entrevista en 1986, respondió:

"La música puede ser entendida de diversas maneras; se puede escuchar como quien la oye en un ascensor o en el dentista donde casi no escucha, simplemente "pasa"; y se la puede escuchar con una reacción emocional, que a lo mejor es una reacción de algo que ha tenido antes y que cree que viene de la música; y finalmente hay quien escucha intelectualmente, sigue el proceso, visualiza lo que sucede en esa pieza, cómo el tema es modificado o cómo es repetido, y cómo los motivos regresan y cambian, y así sucesivamente". En 1955 escribe estas "Siete piezas fáciles op 146" para orquesta de cuerdas.

Tenía 55 años y ya vivía en USA. El desafío que me inquietaba era cómo lograrían representar las campanitas y flautas iniciales de la 4º Sinfonía de Mahler, obra que posee la mirada central de un niño y que a ser tan cristalina desencantó a sus primeros oyentes, que esperaba algo más "grande" que la "Titán" y las largas 2º y 3º. Comienza con campanitas y flautas, pero sorprendentemente el violín de Rebekka hacía presentes estos toques. Era como un esqueleto de la obra magníficamente expuesto, pero que adolece de los músculos, la piel y los órganos. Erich Korngold (1896-1957) era hijo de un crítico musical vienés y casi nació tocando el piano, componiendo a los 11 años obras maduras que fueron apreciadas por Mahler o Richard Strauss. Además escribió música para Hollywood recibiendo dos premios Oscar. A los 12 años escribe sus 7 "Marchenbilder" op 3 para piano, luego orquestadas por Alexander Zemlinsky (1872-1911). Escuchamos 5 que no comento por falta de espacio; pero con solo leer los títulos podemos imaginarlos: (1) "Manzana silvestre y ciruelo" (2) "La Princesita y la arveja" (3) "Duendes" (4) En el jardín" (5) "Mascarada". Ante merecidos aplausos comenzaron como "Bis" con una melodía haydiana. El cuarto movimiento de su Sinfonía N¦ 45 es un "Finale Presto", que tras unos compases de silencio se transforma en un "Adagio". Cuando los músicos del palacio Esterhaza que era dirigidos por Haydn pidieron permiso a su Señor Príncipe para poder visitar a sus familias que habían quedado lejos en Eisenstadt, éste se negó. Pidieron a ayuda a "Papa Haydn" y este compuso esta sinfonía que al llegar al. Adagio final permite que uno a uno los músicos dejen de tocar, apaguen su vela, hagan una reverencia al príncipe y diciendo "Auf wiedersehen" se retiren, uno a uno o dos a la vez hasta que quedaron solo dos violinistas, Haydn y el "Concertino" Alois Tomasini. El príncipe captó la "indirecta-directa" y les dijo: "Está bien, vayan a ver a sus familias". Original manera de decirnos "Auf wiedersehen" a nosotros!! Y me parece que de alguna manera también expresaba, quizá no concientemente, el estilo tan particular de este excelentísimo conjunto: Tomar obras sinfónicas e irlas despojando de varios instrumentos hasta que queden no solo 2 violines como hizo Haydn, sino 5.