Pedro Ignacio Calderón vuelve a tocar suelo sanjuanino, como ya lo hizo las anteriores veces que vino a ponerse al frente de la Orquesta de la UNSJ. Pero, su arribo tiene un motivo especial: ésta será la primera oportunidad en la que el reconocido director compartirá escena con su hijo Esteban, que tendrá a su cargo el fueye. El padre como batuta experta y el hijo como solista interpretarán Concierto para bandoneón, orquesta de cuerdas y percusión, de Astor Piazzolla, esta noche a las 21.30 en el Auditorio J. Victoria (ver aparte).

Como invitado de la Sinfónica, don Calderón hizo un espacio en su agenda como director de la Orquesta Sinfónica Nacional, de la que es responsable en Buenos Aires, para este acontecimiento familiar.

Durante un recreo de los ensayos, dentro de uno de los camarines de la sala del Juan Victoria, Esteban y Pedro recordaron la actuación que compartieron en marzo del año pasado, en el Auditorio del Barrio de Belgrano de Capital Federal y en la Capilla del barrio La Cárcova donde oficia el Padre Pepe, el denominado "Cura Villero", junto a la Sinfónica Nacional. En esa ocasión, los dos juntos tocaron Tres tangos de Piazzolla -una composición que el propio Astor interpretó bajo la coordinación de este consagrado director, "en la única vez que llegó al Teatro Colón", como recordó-. Ahora, la idea es repetir esa experiencia; pero en la provincia que adoptó a Esteban desde 2009, luego de vivir tres años en Neuquén.

"El concierto de Piazzolla permite la improvisación en el fraseo y las cadencias; y le exige al intérprete que aporte lo suyo. Para mí, es un placer poder juntarnos con mi padre y hacer música", expresó el instrumentista de 34 años para quien, este recital será una noche de "Calderón x 2" y "Todo un desafío".

Por su parte, con la sobria estampa que incluso lo llevó a desempeñarse en la Orquesta Estable del Teatro Colón, del cual también fue director General y Artístico; el maestro está seguro de que: "No hay muchos casos de padre con hijos solistas como nosotros, sí de padres con hijos que han sido famosos, pero no así".

"A Esteban le di la chance de seguir la música cuando era chiquito, a los 7 u 8 años, y le pusimos una profesora de piano pero no le gustaba… se puso en rebelde y no le insistí. Pero, un día, me dijo que quería un bajo eléctrico porque unos compañeros tenían un grupito de música. Poco a poco, del bajo eléctrico pasó al contrabajo. Un buen día, estábamos en una casa que tengo en La Cumbre y sentí que alguien tocaba unos corales de Bach al órgano. En realidad, era él con un bandoneón, algo que había aprendido solo".

"Fui intruseando de a poco, paralelo al contrabajo. Y me ganó el bandoneón en 2000, el primero que tuve fue del abuelo de un amigo que lo tenía guardado en un ropero y todavía lo conservo", recuerda como si fuese ayer, el bandoneonista, además, integrante de la Orquesta Típica.

"¿Qué siento dirigiendo a mi hijo? Hay un feeling, no se necesita de expresión para lo que hace él conmigo y lo que hago yo con él, en música", dijo el padre, extasiado por ese fluir de emociones que dan ritmo a su corazón, de la misma manera que las musas llegan al pentagrama convertidas en dulce melodía, al estar frente a frente con el heredero de su pasión y sangre de su sangre.