La agrupación coral conquistó con su talento al público sanjuanino en la sala del Auditorio Victoria. Su música alegre y espiritual contagió a todos por igual.

Arrancó la temporada de abono de Mozarteum Argentino Filial San Juan y como no podía ser de otra manera mejor, inaugurar el ciclo de conciertos con un apasionado y excelso espectáculo que brindó el maestro Gregory Hopkins y los Harlem Jubilee Singers. La agrupación coral norteamericana como en anteriores ocasiones en el Auditorio Juan Victoria, no defraudó para aquellos escuchas que conocen su obra y su estética; pero también cautivó a los que por primera vez tuvieron contacto con el Negro Spiritual y el gospel. Una música que contagiaba, tanto desde lo profano como lo sacro, en su ritmo, en alma de blues de los arreglos e instrumentaciones, pero sobre todo, en la rica polifonía que exponía una diversidad de colores, que transmitían en algunas canciones momentos o estados de lamentos, pero en otro aspecto, también sentimientos de esperanza. Para ampliar un poco el conocimiento sobre este género musical, el Negro Spiritual, comprende el canto popular norteamericano con orígenes ancestrales de los tiempos de la esclavitud negra en las zonas agrícolas del siglo XVIII y que fueron transmitidos de generación en generación de manera oral como tradición cultural. Posteriormente a la Guerra Civil Norteamericana, los músicos negros lograron escribir tales canciones con arreglos virtuosos y de una fuerte sensibilidad estética y de espiritualidad. Mientras que el gospel, con características religiosas también, surgió de los barrios obreros de Chicago y Nueva York durante la primera mitad del siglo XX. Así quedó reflejado en el repertorio elegido para esta ocasión, con obras de compositores tales como Duke Ellington, Georges Gershwin y Robert Ray, célebres autores de la misa gospel. Por ende, se cruzó mucho lo popular, lo sacro y lo culto, con el propósito de saltar las fronteras entre géneros.

Kristina Henry junto al maestro Hopkins dieron una apabullante demostración de ritmo, potencia y sentimiento a la hora de interpretar el Negro Spiritual.

En la primera parte, el show abrió con Nigerian Chant de Donnie Harper con la voz solista de Kenneth Gainey, un comienzo enérgico y con ritmo que contagió a los espectadores de inmediato a meterse en la velada participando con las palmas. Cuando pasó al frente la soprano Kristina Henry, la potencia de su canto resultó impactante a los sentidos. Sonaron otras piezas como 'Ezekiel saw the wheel', 'Down by the riverside' y el 'Credo (I believe in God). Pero quién rompió todo molde, fue cuando el propio director del elenco, Hopkins se levantó del piano y tomó la posta en el rol solista en 'Raise, shine for the light is a coming', cuya actuación fue apabullante y que recibió una lluvia de aplausos. Al cierre de esta edición, quedaba mucho por escuchar y al final, una esperada versión coral de 'Let it be', un lujo que el público sanjuanino que asistió a la sala, logró disfrutar con placer.
 

La polifonía fue una de las características sobresalientes de este elenco de prestigio internacional.
En la previa del concierto, el público apreció una exposición fotográfica y visual del Mozarteum con una degustación de vinos en el foyer del auditorio. (FOTOS: DANIEL ARIAS)