Como en el patio de casa
En los jardines del Auditorio Juan Victoria, el folklore cuyano latió en los corazones de toda una comunidad unida por la tradición.
En los jardines del Auditorio Juan Victoria, el folklore cuyano latió en los corazones de toda una comunidad unida por la tradición.
La arenga que proclamaban desde el micrófono Pascual Recabarren, Darío Bence y Jorge Maestre, los conductores en los escenario, tanto del anfiteatro como en el que levantaron en los jardines del ala norte del Auditorio Juan Victoria, arrancaba gritos y efusivos aplausos del público, que añoraba escuchar el rasguido inconfundible de las guitarras cuyanas y corear esos "himnos' populares que calan bien hondo. Ni hablar de los cogollos entre tonadas, el clímax de la alegría que se manifestó de forma espontánea y sincera. Recuperar esa tradición -como propuso, entre otras cosas, el festival San Juan celebra la Cuyanía, cuya primera edición culminó anoche- fue casi un rito sagrado celebrado por la comunidad. Y si se tiene en cuenta que el epicentro fue nada menos que el Auditorio -arraigado más en el ámbito de la música académica- el valor fue doble. Por primera vez el folklore cuyano vibró durante cuatro noche en todos sus rincones, con figuras locales e invitadas dejándolo todo sobre los escenarios; y ostentando una vitalidad inusitada y contagiosa. La peña cuyana representó además el reencuentro de generaciones, veteranos, adultos y jóvenes entre los cuales aún se cultiva la cuyanía de diferentes formas. No faltaron entonces los abrazos apretados entre compadres y comadres, ni el disfrute con los abuelos que fueron a revivir aquellas farras de antaño, donde el patio de la casa se convertía en el centro neurálgico de las juntadas de cantores y guitarreros. Pero tal fue el clima que reinó, que también los curiosos y los más jóvenes pudieron saborear el convite; porque otro logro que tuvo este festival fue llamar la atención de los veinteañeros, como un grupo de estudiantes de ingeniería, en su mayoría provenientes de Jujuy, que quedó admirado por el color y la atmósfera que se respiró en la peña. 'A mi papá le gustaba mucho el ámbito de las jineteadas y las peñas. Ahora que estoy aquí no esperaba tenerlo tan presente, me sorprendí mucho. Es la primera vez que vengo a una peña cuyana, me encantó por la sonoridad, por compartir y escuchar. Me gustó también cómo se toca la guitarra', expresó Joel Rueda, joven jujeño junto a sus compañeras coprovincianas, Nancy Condori y Valeria Champi. Flavia Tello, sanjuanina que había invitado a sus compañeros universitarios, comentó que 'vivo el folklore todo el tiempo, lo bailo y lo canto; pero es la primera vez que presencio una peña cuyana; y rescato mucho lo que decía Giselle Aldeco en el escenario: +Los jóvenes no podemos permitirnos perder esta tradición porque es lo que somos+'.
En el momento en que actuaban Gustavo Troncozo y Carlos Santana, interpretando 'O canto tonada o no canto nada', el cantautor evocó esas imágenes del pasado, de su infancia... y de la de muchos. 'Ese olor a las empanadas o al tuco que preparaba mi mamá; el olor a tierra mojada del patio... Mi papá hacía sonar la guitarra y yo le convidaba un vaso de vino... Cantar las cosas que ocurren en la casa, para mí eso es la cuyanía, una sinfonía de entrecasa' expresó. Y fue la explicación más cabal que pudo dar a ese sentimiento compartido la noche del sábado. Un sentimiento que -a juzgar por lo vivido- sigue entero y se reflejó en cada mesa de parientes o amigos que latieron a la par haciendo palmas, cantando y bailando al pie del escenario, mientras los cantores repartían generosos cuecas, gatos, valses y refalosas. Y tonadas, claro que sí, tonadas!. Al costado del escenario, Daniel Díaz, del Dúo Díaz-Heredia, aguardaba con su par el turno para actuar, después del Nano Rodríguez y de Las Guitarras Sanjuaninas. En la espera, el músico se regocijó de ver los jardines del Auditorio 'colmados por el pueblo cuyano'. 'Defender nuestra música, nuestros autores y ritmos, sobre todo la tonada, me pone orgulloso. Vemos ahora que los niños que están acá se nutren de esto al igual que lo hicimos nosotros cuando éramos chicos', se conmovió el pocitano.
Como ellos, por el escenario circularon otros tantos exponentes, desde los enérgicos Hermanos Videla hasta ilustres y mansos tonaderos como Alfredo Villarroel, y ambos se llevaron el aplauso y el cariño popular... Otra perlita que solo un encuentro de estas características puede lograr. El canto y el baile se extendieron hasta entrado el sábado y sin decaer. La cuyanía se vivía en plenitud. Y todos, artistas y espectadores, manifestaron su profundo anhelo de "que no se pierda', alentando la continuidad de la propuesta, que superó su primera prueba y que tiene por delante el desafío que marcó su génesis: seguir cultivando y promoviendo las ricas tradiciones de la región.
"¿Cuánto tiempo hace que queríamos tener una fiesta cuyana? Que vengan cantautores mendocinos y puntanos. Es un respiro y un punto de partida para volver hacer nuevas convocatorias. Hoy rompimos con muchos mitos, como que el Auditorio no está para el pueblo. Acá suenan tonadas y cuecas, al igual que música clásica. Esta iniciativa es perfecta para cuidar lo nuestro y apoyar a los artistas'.
"Hay gente con costumbres e intereses iguales que a uno: el amor al folklore cuyano. Es respirar un aire nuevo y un intercambio de pensamientos que se da sobre nuestro folklore. Cuando veo a bailar a todos, niños, jóvenes y adultos con libertad, el folklore evoluciona y esto es una de las cosas que lo mantiene vivo. La simpleza del ser sanjuanino es el elemento clave, el patio de una casa donde se invita a todos a encontrarse en comunidad'.
"Después de lo que vivimos con la pandemia, esta peña es un espacio necesario para revivir el espíritu característico de esta región. Tiene que ver con el encuentro con amigos, intercambiar canciones y experiencias con los colegas. Es una manera de volver a nuestro origen como cuyanos. Ponerlo de manifiesto es de suma importancia. Que las puertas del auditorio se abran a la música popular cuyana, es una manera de trascender'.
"Que los grandes artistas del folklore cuyano estén todos aquí y que vengamos nosotros detrás de ellos, me empuja a aprender mucho. Es como que vamos a tomar la posta del canto popular, hacerlo en este lugar, me parece mágico. Como decía Gustavo Troncozo, la cuyanía es encontrarse en el patio de la casa, es súper emocionante. Es lo más lindo que hay'.
"Escucho las canciones que mi padre ensayaba en casa. Espero que todos los años pueda hacerse esta fiesta. Hace un año atrás era impensado. Estuve mucho tiempo guardado y cuidándome, ahora que veo a los compadres de nuevo, es maravilloso. Los jóvenes abren su camino por otra parte, con sus danzas y con sus nuevas formas de decir las cosas, con sus tonadas más románticas'.
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