Cuentan las horas para volver a encontrarse. Después de haber criado hijos, recibir a los nietos y haber trabajado toda la vida, disfrutan de reír, conversar y compartir en la ‘familia musical’ que es para ellos el coro Nuevos vientos.

Se trata de un grupo de adultos mayores que integran una agrupación coral autogestionada, con más de 10 años de vida, que dirige Tito Medina, que tendrá una tarde especial hoy en el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson (a las 18.30, gratis) al presentar su primer disco, grabado hace un año, pero que recién ahora pueden mostrar.

‘Yo no los trato como abuelitos, yo les exijo que lleguen a la nota, que canten afinado, que practiquen. Hemos logrado que suene más que un grupo de viejitos cantando’, explica Medina y verdaderamente se escucha armónico. El disco ‘Por qué cantamos’, tiene nueve canciones, está íntegramente acompañado por la experimentada guitarra de su director y fue financiado por los coreutas. Grabado y mezclado en el estudio El Hornito, lograron hacer 150 copias que repartieron entre sus familiares y amigos.

El grupo vivió con ansiedad los momentos previos a la actuación de hoy y eso que están acostumbrados a cantar en público (de hecho vienen de participar de un festival de coros en Termas de Río Hondo), pero el recital de hoy es como presentar ‘al primer bebé’ dice una de las integrantes, como para romper el hielo desde su puesto en el salón que Adicus les presta para ensayar.

Son 20 en total, 16 mujeres y 4 hombres a quienes la verborragia femenina no les da mucha cabida salvo para cantar. Las alegres mujeres, coinciden en que la música las ayudó a ocuparse cuando se jubilaron o estuvieron más desobligadas de las tareas de la casa.

Fany Bileous fue una de las cuatro amigas que venían de cantar en el coro de la Asociación Maestro de América, y decidieron convocar a Tito Medida para formar este nuevo coro en 2001. ‘Me encanta cantar, es un alimento para el alma’, dice sin dudar Fany, docente jubilada.

Con el mismo entusiasmo por esta actividad, María Calderón que "no dejaría el coro por nada’. Un hermano la alentó a asistir a un coro que dirigía Medina en Rawson y después lo siguió en la actual formación. Ahí fue el click para María, ama de casa, madre de cuatro hijos ya grandes (dos de ellos músicos), que ahora tiene a este grupo como su otra familia, sus compañeros de ruta.

Entre los señores del grupo, está Juan Elizondo, técnico en prótesis dental, que después de los 70 decidió animarse a cantar y que en el coro encontró "las cinco hermanas’ que no tuvo y un grupo de amigos que "reemplaza a los compañeros que se fueron para arriba’. "Cuento lo días para venir, y además todos saben que nunca llego tarde’.

Podrían quedarse en casa, y no tomarse la molestia de salir dos veces por semana, o viajar a cuanto encuentro los invitan. Sin embargo, y aún con sus diferentes historias de vida, comparten el hecho de haber encontrado en el canto coral un alimento para el espíritu y compartirlo con los demás es una doble satisfacción.