De la mano del show Unicos, el grupo tributo The Beats ofreció el jueves en el Teatro Municipal la posibilidad de revivir el fenómeno de idolatría que supieron generar The Beatles en la inoxidable década de los ’60. A sala llena, el público sanjuanino se manifestó elásticamente generacional (niños de 5 años hasta adultos de 75), aunque con predominio adolescente. El show comenzó con una puesta en escena muy oxford (a lo Submarino Amarillo), llena de globos multicolores, flores y cuatro carteles deletreando la frase "All you need is love" en distintos idiomas. Sobre las tablas, un importante despliegue de guitarras acústicas y eléctricas (Rickenbacker, las preferidas de los Beatles), gigantes parlantes y dos baterías. La generosa pantalla de fondo presentó el logotipo de la banda y el soberbio slogan (aunque honesto mérito) "La mejor banda Beatle del mundo". En medio de enérgicos aplausos, aparecieron The Beats, lookeados con aires sixties (sacones de color y accesorios hippie). Verlos con la réplica exacta de la indumentaria del cuarteto de Liverpool y con sus mismos peinados disparó la resurección de Paul McCartney, Ringo Starr, George Harrison y Jhon Lennon. Antes de cantar la primera canción, se proyectó una emotiva biografía de los Beatles, titulada Unicos, que repasó sus grandes momentos, se fragmentó para presentar el set-list y situó al espectador en tiempo y espacio. Así, All you need is love abrigó con efervescente calidez las primeras sensaciones sanjuaninas. La posterior Magical Mistery Tour, invitó a un paseo alocado por el tiempo con mucha fuerza y agitadas palmas. Los clásicos abarcaron la producciones de 1962 a 1969 y no tuvieron desperdicio: Hello goodbye,la balada Don’t let me down, Loves you to (donde utilizaron el citar, el instrumento hindú que impusieron los Beatles) y Here comes the sun, entre otros. Pero uno de los momentos más impactantes fue cuando el combo de los hermanos Pérez (Patricio-Harrison y Diego-Lennon, junto a Martín Alvarez-Starr y Rubén Tarragona-McCartney) dijo que el siguiente momento serviría para "tomar una buena fotografía". Ese preludio anunciaba la réplica exacta sobre el escenario de la tapa del disco Sargent Peppers (con sus trajes homónimos y una gigantografía de fondo). Por breves minutos, los integrantes de la banda, se congelaron para darle vida a una nostálgica postal creativa. La arrolladora Help! y el himno Yesterday enloquecieron a la platea con agasajante furia y descontrolada melancolía. Luego, Las cámaras fotográficas (incansables durante toda la velada) retrataron a los The Beats cantando While my guitar gently weeps y She Loves me, con impeque desempeño vocal y formidable ejecución de poderosas guitarras. En teoría, esa fue la última canción de la noche, pero el desesperante pedido de bis de la gente trajo toda la adrenalina de Nothin’shakin. Durante casi dos horas de show, Unicos resultó un manual instructivo de historia beatle, una perfecta semejanza de canciones blanco y negro y un espectáculo para disfrutarlo sentado y aplaudirlo de pie.
