Suavidad y versatilidad son dos de sus características, pero además es un producto sostenible y biodegradable. El fieltro es el primer textil que inventó el hombre, aparecido mucho antes del telar; y aunque también existe el de tipo industrial, es su versión artesanal lo que está en auge.


"Es una tendencia a nivel mundial. En Europa está impuesta, acá viene con más furor. Sucede que se está queriendo volver a las raíces, a lo natural, al diseño sustentable, como es un material muy noble, se trabaja en forma artesanal, sin químicos ni nada por el estilo, es fuerte la tendencia", comentó María del Carmen López que es diseñadora y artesana sanjuanina que hace 10 años se dedica a trabajar en fieltro, que según su definición "es un tejido sin tramado ni costura".


El interés por este textil también quedó evidenciado aquí, cuando el taller de fieltro que dictará López en el Mercado Tradicional Artesanal (gratis, desde el 7 de agosto informes en España y Pedro Echagüe) tuvo mayor cantidad de inscriptos del esperado.


María del Carmen enseñará las técnicas básicas: la de fieltro húmedo (ver paso a paso), con la que se consigue un paño plano; el fieltro con molde o encapsulado que sirve para hacer prendas o calzado sin costuras y el fieltro nuno (significa tela en japonés, fue ideado por dos australianas en los '90), usado en prendas más finas o mantelería y que se logra amalgamando las fibras de lana a una seda o gasa.


"Podés hacer un paño grande, hacer la tela, aplicar la moldería, cortar y coser a máquina, pero las grandes fieltristas europeas nos dicen que tiene más valor una abrigo o una prenda en fieltro que no tenga ninguna costura. Es un valor agregado, armar una prenda de una pieza, que hay que calcular que se encoge un 30 por ciento, por ejemplo", explica López, quien luego de las nociones básicas, dará vía libre a la creatividad de sus alumnos y luego irá supervisando a cada uno. 


La técnica está cada vez más difundida y son varias las artesanas tradicionales que comenzaron a incorporarla. "Visité algunas tejedoras en Iglesia, en Las Flores. Ellas ovillan la lana de oveja pero no tenían noción de lo que se podría llegar a realizar con el vellón en ese paso. Se quedaron fascinadas cuando les enseñé, por ejemplo, a forrar un jabón para hacer un jabón exfoliante. Se ocupa el 100 por ciento de la lana, no se desperdicia nada, con la parte más fea, o más sucia, pueden hacerse los peleros para las monturas", apuntó López, quien también destacó otros usos del vellón, como el fieltro agujado, que si bien no se realiza el prensado, sí se trabaja la lana con agujas hasta lograr las formas deseadas.


Si se le pregunta a María del Carmen qué la atrae de este oficio, ella no duda: "El contacto con el material, porque se empieza de cero. Partir de esas fibras, vivenciar este proceso... es impresionante; estás creando, moldeando. Es apasionante", dice y no duda en compartir todos los secretos de este arte milenario que surge de unir fibras de lana o pelo de animales usando agua y jabón. "Se hacen capas superpuestas, tres o más; humedecemos, aplastamos y frotamos, se ejerce presión", explica didácticamente. En cuanto a la duración del amasado de la tela, la artesana tiene su propia medida: durante un tema musical, de ambos lados. Si es un pequeño paño escucho tres o cuatro temas, se que está listo", asegura, aunque siempre lo confirma pellizcando el paño para ver "si se levanta algún pelito". Cuenta, además, que como es una tela que encoge mucho mientras se fabrica, por la acción del agua tibia y el amasado, "si se hace un cubrecama, o pie de cama, por ejemplo, se toma las medidas y se le agrega entre un 30 o 40 por ciento más de extensión".


Si bien no es la primera vez que dicta este taller, sí es el más numeroso, aseguró López, que estará al frente de las clases en el Mercado Artesanal -que depende de Cultura de la provincia- durante tres meses, dos días por semana.

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Para hacer fieltro primero se separan a mano las fibras de lana sin hilar, no se corta con tijera. Pequeños pedazos se colocan uno al lado del otro y luego se enciman en al menos tres capas.

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En un recipiente se prepara lo que se usará para amalgamar este textil. Se desarma un pan de jabón blanco en agua tibia. El líquido jabonoso servirá para ir humedeciendo el paño.

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Con el agua jabonosa que se preparó, se humedece el material que se está trabajando. En la foto la artesana usa un rociador perita comprado por Internet. Si no, una botella con la tapa perforada.

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Comienza el amasado para unir las fibras, para transformarlo en tejido. Se usa un bolillo liviano, se lo pasa en todas las direcciones; también enrollando el paño y presionando.

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Para lograr el acabado característico, además del bolillo, hay que frotar, estrujar y amasar el paño con las manos. En este paso se puede dejar en pausa el proyecto, sólo tapar, sin enjuagar. 


 

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Tela en la última etapa. Sobre la mesa, el paño que se dejó en suspenso, se moja y se sigue trabajando. Una vez lista la trama, se enjuaga y deja secar. La artesana sostiene el fieltro terminado.