“¡Somos mamá y papá!”, celebró en septiembre de 2021 Alberto Cormillot cuando anunció, a través de sus redes sociales, una de las noticias más felices de su vida. Emilio es el tercer hijo del médico de 83 años, que ya es padre de Reneé y Adrián -frutos de su relación anterior con Monika Arborgast, que falleció en 2017- y el primero junto Estefanía Pasquini, una nutricionista de 34 años, con quien se casó en 2019 tras vivir dos años de un romance intenso y apasionado.

Desde entonces, la pareja le demuestra todo su cariño al bebé de nueve meses que cautivó sus corazones, a través de tiernos posteos e historias en las redes y sus seguidores pueden apreciar el minuto a minuto de su crecimiento, desde los controles médicos hasta cada paso que suma el pequeño a su vida. “¿Quién dijo que era fácil? Estamos aprendiendo juntos. ¡Feliz Día del padre!”, escribió Cormillot el domingo en el marco de su día, acompañando su autosaludo con un video en el que le está enseñando al niño a tocar el órgano.

Pero no es lo único que el reconocido médico quiere transmitirle a su hijo. En diálogo con el ciclo radial Detrás de escena, por AM 540, el nutricionista ahondó en el vínculo que formó con él: “todo el tiempo pienso cuánto más lo podré acompañar. Me gusta verlo, observarlo, jugar con él, descubrirlo, sonreírnos a la distancia y encontrarnos en la mirada por más que haya otra gente alrededor. También le canto canciones de cuando yo era chico, soy consciente de la finitud de la vida”.

En ese plan de disfrutar tiempo juntos y de dejarle recuerdos para cuando ya no pueda acompañarlo físicamente, reveló que le está creando un archivo con algunos relatos, mensajes y enseñanzas para que a lo largo de su vida, Emilio pueda sentirlo a su lado. “Le grabo audios todo el tiempo y se los mando a un WhatsApp que él tiene. Es decir, el bebé tiene un número de teléfono con un WhatsApp en el que le grabo audios y le mando videos. Ojo: no lo vivo como un drama sino como parte de la realidad de la vida”, explicó.

“Ya desde antes de tenerlo era consciente de mi edad y de la finitud del tiempo. El chico está ahí y sé que lo voy a acompañar hasta determinado momento. Por eso lo disfruto todos los días al máximo y hago planes más cercanos en el tiempo, no proyecto a largo plazo con él. Me gusta incentivarlo a gatear, por ejemplo”, sostuvo y contó así cuál es la última incorporación a la rutina diaria del bebé, que siguen a rajatabla: una profesora particular que le enseña chino. “Emilio tiene a una persona que dos veces a la semana le habla, le canta y le juega en chino. Como es el idioma del futuro, quiero que de chiquito vaya acostumbrando el oído y le sea útil para aprenderlo mejor cuando crezca”.

Entusiasmado con la idea, Cormillot siguió desarrollando su proyecto: “la profe viene a nuestra casa y no sabés cómo se divierte Emilio con ella. La idea es que retenga los sonidos chinos. No sé si hablará en chino a futuro pero al menos así lo puede ir incorporando”.