Intensa, moderna, impecable. Así es "La Tregua’ la obra que presentó el Ballet Nacional SODRE este fin de semana en el Teatro del Bicentenario, que se llevó encendidos aplausos. Basada en la novela de Mario Benedetti, la puesta prescinde de las palabras para abrir el camino a los cuerpos, que la coreografía de Marina Sánchez hace transitar maravillosamente por distintos lenguajes para contar una historia de amor y desencuentro. Con un relato ágil, cargado de simbología, la producción dirigida por Igor Yebra, con dramaturgia de Gabriel Calderón, cautivó a la platea, (que en el día de estreno no completó la sala) se dejó llevar por una propuesta emotiva y novedosa. 

La música compuesta por Luciano Supervielle le da un aire de Siglo XXI que aportó a la identificación con una historia, que no obstante, es atemporal y universal. Mientras que la escenografía es simple pero efectiva. Paneles móviles perfilan una ciudad gris que se mueve junto a los protagonistas, que los esconde y los cobija. En tanto que el vestuario aporta de manera significativa al relato: en su simpleza aporta tanta información desde lo conceptual y los momentos sombríos o luminosos.

Sergio Muzzio es Martín, un hombre viudo, padre de tres hijos, que vive una existencia gris y convive con la "Rutina’, un personaje en sí mismo, que Ciro Tamayo interpretó acabadamente. Con la llegada de Laura (Nadia Mara), la vida de Martín se vuelve luminosa, comienza su tregua. A los impecables protagónicos, que tienen su lucimiento sin acaparar toda la atención, se suma Vanesa Fleita como el +Azar+, que es caprichoso, que da y quita. 

Hubo chispeantes contrapuntos entre los roles secundarios, en los que el sanjuanino Guillermo González, Fabián Sosa , Acaoâ Theófilo, Lucía Giménez, Mel Oliveira, Rocío Bazarque, Liliana González mostraron su gran talento y técnica. Un espectáculo en sí mismo eran esos momentos corales en los que la coreografía transformó al cuerpo de baile en un personaje más, capaz de transmitir el pulso de cada escena. En este elenco, aparece también el nombre de otro sanjuanino, Oscar Escudero, quien se desempeñó como asistente coreográfico en el montaje de la puesta. Tanto para él como para González, fue su primera vez bailando en casa junto a la compañía uruguaya. Quizás por eso había expectativa sobre si en el saludo final se destacaría esa localía, pero no ocurrió de ese modo. Pero ahí estaban, sonrientes, como parte del importante elenco que fue ovacionado junto a Marisa Sánchez y María Riccetto, la directora artística del SODRE que acompañaron esta primera gira. 

Al cierre de esta edición, transcurría la segunda función de esta importante creación, que sin dudas es una bisagra para la producción contemporánea de ballet y que trajo a San Juan un refrescante aire del Atlántico. 

Gris. Trabajo de oficina.
Sanjuaninos. Guillermo González (adelante) y Oscar Escudero (atrás, de pantalón azul).
Azar. La muerte inevitable.
El cuerpo de baile. Los momentos grupales fueron grandes instantes.