Miguel Calderón siempre fue un hombre que tomó decisiones radicales en momentos clave, pero en la balanza, no le fue del todo mal. Con más de 45 años de carrera, El Rey Pelusa -como trascendió- estuvo de gira permanente y con sus canciones y su carismático estilo, aportó una amplitud al cuarteto que supo trascender las fronteras de Córdoba. Desde sus comienzos en Chébere (allá por 1978) hasta su etapa solista, pasando por su larga residencia en Estados Unidos y su retorno al país hace 12 años, mucho ha pasado en la vida del cantante, que no se toma descanso. Hoy por hoy sigue rodando por el país con el show “Vive en tu corazón” que volverá a traerlo a San Juan, provincia por la que siente un afecto especial. El músico dará doble función, una en el Teatro Sarmiento hoy y la otra en La Meseta, mañana sábado. Antes de su llegada a la provincia, junto a DIARIO DE CUYO, el cuartetero recorrió parte de su vida a corazón abierto, a pesar de reconocerse muy reservado.

– ¿Cómo definiría este momento artístico que está transitando?
– La verdad que estoy en una situación óptima. Me siento muy bien físicamente, aunque nadie sabe, ni yo, qué pueda pasarme mañana. Hace unos días estuve en un evento gigante, por los 12 años de mi regreso al país y a los escenarios. El baile con la gente fue intenso; y sobre todo ahora, que celebramos 40 años del disco “Pelusa aquí está” (1984). Feliz de todo esto, porque a la gente le gusta recordar viejos tiempos y los jóvenes que vienen por primera vez a los bailes, vienen con ganas de divertirse. Por eso los veteranos como yo, que empezamos hace años, estamos todavía firmes.

– Con tantos años de escena, ¿pensó en cómo fue evolucionando Pelusa?
– La verdad que con tanto, la memoria a veces me falla, pero fue toda una maravillosa carrera. Mi primera etapa profesional fue de descubrimiento. Cuando empecé venía del palo del rock y cuando me convocó la gente de Chébere, era para reemplazar al Turco Julio. Cuando él se fue del grupo me pusieron a prueba con dos canciones, que fueron después incluidas en el disco “Rompamos el contrato”. Gracias a eso, Pelusa tuvo su consagración. Lamentablemente después de 5 años, con todo el dolor, tuve que dejar el grupo para iniciar mi trayecto como solista. Chébere siempre me trató muy bien, fue como una gran escuela y aprendí casi todo lo que sigo haciendo ahora: elegir un repertorio, comportarme en el escenario, cómo tratar con la gente y sobre todo, a aprender a cantar con un director musical, el Negro Videla, fue todo un maestro de ley. De eso estoy muy agradecido.

– ¿Sintió la necesidad de lanzarse a un mundo por explorar?
– Sí, y fue extraordinario. Durante los años 70 y 80, los cuarteteros de aquella época amábamos todos cantar siempre en Córdoba. Pero vi que había que salir también a otros lugares. Y cuando empecé a viajar por el país, había un mundo extraordinario por descubrir, muy grande, de oportunidades, de buscar otros horizontes, de conocer gente nueva, de visitar escenarios y otras ciudades.

– Estando en pleno crecimiento, decide radicarse en Estados Unidos, ¿por qué?
– Quise ir desde chico, porque para mí es la cuna de la música moderna, siempre lo soñé y a los 48 años de edad, lo logramos con mi esposa. Ella, que pensaba en las cosas que sucedían en el país, sobre todo por la economía, pudo vislumbrar esta posibilidad y lo tomé como un viaje de conocimiento y de trabajo. Los primeros tiempos fueron duros, pasé meses en soledad, me comunicaba con mi familia por fax. Cuando se tiene una familia, tener que separarte así no es fácil. Después los pude llevar. Fueron doce años largos. Allá había que trabajar muy duro porque si te quedás sin hacer nada en un mes, es de terror, se te viene todo el mundo abajo. Mi esposa y yo nos pasábamos horas trabajando y ya estábamos muy cansados a nuestra edad, sobre todo ella que sostenía todas las situaciones. Cuando conocimos la propuesta artística de Mario Pérez y Marcelo Souberbille, dos grandes productores, preparamos el regreso. No todo fue planeado y pensado, pero en cierta manera, las decisiones que fui tomando, las hice con seguridad, confianza y mucha intuición.

– ¿Y cómo fue adaptándose a los vaivenes de la música, sobre todo en el cuarteto, que ya no es el mismo que hace 40 años?
– Nací y crecí con Los Beatles. No me considero un moderno ni un vanguardista, pero Los Beatles me enseñaron a pensar hacia adelante. Cuando en los asaltos mis amigos bailaban con Leo Dan, Palito Ortega y escuchaban a Charles Aznavour, mi oído prestaba atención al soul, el rhythm and blues, a la música afroamericana que pasaban en una radio porteña. Nunca tuve problemas con las tendencias. Siempre me gusto abrir las puertas, todavía en mí sigue fluyendo la música. Hoy grabo nuevas canciones que tienen hip hop, rancheras mexicanas que pueden considerarse cosas raras para mi perfil, hasta reggaetón; sin embargo detesto repetir lo que hacen todos. Nunca le di bola lo que hacen los demás.

– ¿Con la música fueron todas satisfacciones?
– Quienes nos dedicamos al entretenimiento llevamos algo especial en la sangre. El cuartetero vende hasta el auto para seguir actuando. Cuento 72 años encima y sigo laburando lo que sea necesario, todas las semanas, cantando, grabando, creando. La situación económica me va y me viene hasta cierto punto. No significa que sea millonario, pero cuando veo cómo está todo, me da escozor ver que las cosas que he logrado puedan perderse fácilmente. Pero es una tristeza no por mí, yo ya estoy curtido, sino por mis hijos y lo que les pueda pasar, eso me preocupa.

– San Juan siempre ha estado en su agenda, antes y ahora. ¿Por qué?
– San Juan, es la primer ciudad que visité cuando salí de Córdoba como solista. Cuando volví de vivir en Estados Unidos, el primer recital que hice, fue en San Juan. San Juan nunca me abandonó. Hasta en los peores momentos, como en los buenos, los sanjuaninos me recibieron tan bien que sentí siempre la tranquilidad de hasta poder pagarles a mis músicos. A San Juan le debo mucho, porque nunca me falló.

 

DATO
El Rey Pelusa. Viernes 22 y sábado 23 de marzo. 22 hs. Teatro Sarmiento (Alem 34 norte) y Complejo La Meseta (Abraham Tapia y Calle 5 – Médano de Oro, Rawson) respectivamente. Entradas: de $6.000 a $12.000. Anticipadas en EntradaWeb.