Una vez más, desde hace 49 años, el Fogón de los Arrieros volvió al anfiteatro Buenaventura Luna de Jáchal para emocionar al Pueblo del Norte en la penúltima noche de la 51ra edición de la Fiesta de la Tradición, que arrancó el sábado y finalizó bien pasadas las primeras horas de ayer. Más de un centenar de jinetes, la personificación de San Martín, Manuel Belgrano, Falucho y la Patria, desde lo alto de los cerros, encendieron el fuego de la máxima celebración nativista para ponerle calor a la fría velada, a la 1.40 de la madrugada.

En realidad, las querencias hacia esta escenificación de Nelly Tañez de Peñaloza basada en el poema de Buenaventura Luna, arrancaron horas antes, en el llamado "rial de los gauchos".

Lejos de las luces de los festejos, entre las lomas, los criollos se dieron cita a las 21.30. La distribución de las ropas, sables y lanzas; la vestimenta de los actores, ahí mismo, en las sombras, y la reunión de los nobles corceles todo fue consensuado en ese camarín a la luz de las estrellas.

Comandados por la Agrupación del Viejo Jáchal, los paisanos se tomaron el tiempo necesario para acomodarse los trajes y calmar a los animales para que no se alteraran con los fuegos de artificio. "¡Vienen las bombas!", gritó un soldado a un caudillo y éste a uno vestido de aborigen que pasó el dato al Belgrano jachallero, quien mientras se calzaba las botas tomó los recaudos con su caballo, en medio de los mates, las bromas y algunos vinitos para hacer "más llevadera" la espera.

Esa camaradería se tradujo al final, en un cuadro que corrió por los surcos de las serranías repletas de espectadores y prendió la llama del sueño del poeta huaqueño de unir a los arrieros de todos los caminos y razas en un despliegue que puso el punto final con la retirada de los centauros al son de la Marcha de San Lorenzo, dejando el fuego prendido para el próximo año.