El cielo tapado por nubes rojas y unas minúsculas gotas de lluvia cayendo sin cesar fueron el decorado de la segunda noche de la Fiesta de la Uva y el Vino de Caucete. El viernes por la noche, alrededor de 8 mil espectadores se plantaron para ver y escuchar al cantor folklórico Chaqueño Palavecino. El aclamado intérprete de los pagos del Chaco salteño deleitó a jóvenes y adultos con sus clásicas canciones como ‘Copla mi voz’, ‘La zamba mía’, ‘A don Amancio’, ‘Juan de la calle’ y ‘Que me olvides tú’; y -como ya es una costumbre- volvió a arrancar los suspiros de las damas, especialmente cuando interpretó el tema ‘Mujer’, en la cual más de una sacó a revolear pañuelos. El cantante subió al escenario cerca de la 1 de la madrugada y recibió un caluroso aplauso del público, pese a la larga distancia que separaba a los fans de su ídolo popular, dada la ubicación y distribución de las sillas. Además, había un doble vallado que dividía rotundamente el sector preferencial del sector general, por lo cual alejaba más al espectador del escenario. De todas formas, y más allá de algunos reproches, la lejanía no opacó el espectáculo, como tampoco pudo hacerlo la baja temperatura, que no hizo mella en la sangre del artista, que se adueñó del predio de la ex-bodega del Parque.

En un tributo al maestro Horacio Guarany, Palavecino interpretó el tema ‘El Grillo’ y contó una anécdota que vivió el creador de la célebre pieza ‘Si se calla el cantor’ durante su juventud. Después de recibir una botella de vino de manos de una pequeña que se arrimó a saludarlo, Palavecino les devolvió una ofrenda cuyana con la tonada de Ernesto Villavicencio ‘Cuando el corazón se quiere quedar’, elección que puso feliz a más de uno, que se animó a acompañarlo con coros. Y por supuesto, no faltaron ‘Amor Salvaje’ y ‘La ley y la trampa’, dos canciones infaltables en su repertorio habitual. Una vez más, Palavecino estuvo firme pese al clima y cumplió. En casi dos horas de show y con su voz intacta, hizo todo para que la fiesta no decayera. Y lo logró. El frío no pudo domar al cantor, que una vez más se metió en los corazones de los cauceteros.