Una de las galas más jugosas -para los seguidores del juego, claro- se vivió el domingo pasado en Gran Hermano. Fue la noche en que Giselle tuvo que abandonar la casa. Y es que la decidida muchacha no se fue así nomás. Si bien dijo que no había resentimientos, se paró frente a todos, enfocó el blanco y desembuchó. "Cristian, te felicito, por lo visto, tu juego es perfecto, lo lamento por los que se quedan acá, me duele en el corazón que una persona como vos siga acá adentro. Pero bueno, la gente decide, yo no puedo hacer nada", se despachó entre algunos sollozos compartidos por sus compinches, mientras el rating trepaba a un pico de más de 22 puntos.

En esa escena quedó cuasi blanqueada la situación de Cristian U -el paseador de perros que estuvo involucrado en un hecho policial- cuya repetida estrategia de autonominarse le sigue dando resultado... Al igual que sus crisis y sus consecuentes amagues de renuncia. El domingo pasado también agarró la valija, "afectado" por los dichos de Giselle y por el tenso ambiente que quedó tras su partida. Y aunque no se marchó entonces, luego, en el confesionario online comunicó entre compungido y agradecido su decisión de marcharse. Otra vez. Y esa intriga -bien aprovechada por los punteros del ciclo, que mantuvieron el suspenso hasta el último minuto- transcurrió la jornada de ayer.... "casualmente" justo el día que debutaba Los Únicos en El Trece.

Como fuera, con este modus operandi, el llamado "Fort del reality" -amado y odiado por igual, pero sin duda uno de los pesos pesados- ya se despachó a cinco hermanitos. Además de Giselle también vio pasar a Leandro, Natalí, Cristian y Emiliano; el chico gay -y uno de sus máximos rivales- quien también se despidió confesando el poco aprecio que le tenía. Carita de pocker, Cris U se la bancó como un duque, pero apenas el ruludo cruzó la puerta, mostró la hilacha: "la tenés adentro", emuló a Maradona en charla con Luz y en clara referencia a Emiliano.

Los analistas de la versión argenta del reality precisan que la imagen del Maquiavelo gaucho va decayendo en la casa (muchos le están cazando la onda); pero sigue teniendo banca en el público, que -al menos hasta ahora- decide sujetarlo. Y por eso juega al límite: se hace el buenito, no nomina a sus compañeros y queda automáticamente en placa, recurso que usa desde la tercera gala. ¿Ruleta rusa? Sí, porque en cada disparo corre el riesgo de que salga el tiro... ¡y por la culata! ¿Y entonces a qué jugamos? Sólo el polémico hermanito -que tiene madera de ganador- es el único que sabe a ciencia cierta las intenciones que revolotean en su cabeza. Allí todavía no llegaron las cámaras.