En el primer subsuelo del Auditorio Juan Victoria está ubicada la biblioteca del Centro de Creación Artístico Orquestal de la FFHA de la UNSJ que es donde se almacenan las partituras que usa la Orquesta Sinfónica en cada uno de sus conciertos. Allí trabaja Alberto Velasco, copista desde hace más de 35 años y desde hace 10 responsable también del archivo. Su labor es de bajo perfil para el público, pero fundamental para el funcionamiento de la formación que está cumpliendo sus bodas de oro. 

Cuando llegó a San Juan desde Buenos Aires a principios de los ’80 invitado por su amigo Alfredo Palmero, a los 23 años, decidió quedarse porque vio las posibilidades culturales que aquí habían: “Un coro rentado”, el Coro Universitario creado por Juan Domingo Petracchini, al que se incorporó rápidamente. Cuando se abrió una vacante como copista se lanzó a esa tarea sin saber mucho de qué se trataba y aprendió sobre la marcha. 

“El archivo se compró cuando el Maestro Jorge Fontenla formó la orquesta hace 50 años. Fue una suerte que lo eligieran a él, un genio, un músico prodigio, él mandó a comprar lo más importante que conocía del repertorio de música orquestal. Fueron unas 1000 obras” comentó Velasco a DIARIO DE CUYO sobre el valor de este archivo sanjuanino que los ’80 y ’90 fue el archivo más grande y completo en el interior. 

Hijo, nieto y bisnieto de músicos, Velasco tenía el mandato materno de seguir la profesión familiar y cuando siendo adolescente la guitarra le aburrió, se pasó a la flauta traversa. “Aprendí preguntándole a cada músico cómo le escribía su parte” contó y además atesora sus encuentros con Fontenla, a quien aprovechaba para aprender sobre orquestación y escritura musical. 

Con el avance tecnológico y la aparición de las computadoras, el oficio de copista cambió radicalmente. “Después con las computadoras, empieza a haber más gente para copiar, porque ahí ya era fácil y hay programas específicos para escritura para orquesta, que te acelera todo. Trabajas todo con el ratón. Hoy con las computadoras apretás un botón y donde yo tardaba 80 horas, la compu lo hace en mucho menos” comentó sobre el principal cambio para una tarea que tuvo que ir mutando por la tecnología. El copista hacía a mano cada copia de una partitura original, o una parte nueva en caso de una transposición, que es cuando cambia el instrumento usado en la pieza original, como también era necesario cuando había que escribir arreglos orquestales nuevos.

“Se usaba una hoja de papel original (para partituras) que debía ser grueso, porque si te equivocabas no se podía borrar la tinta, se tenía que raspar el error con una gillette” relató Velasco, que aún se acuerda la primera obra que copió, a pedido del maestro Alberto Merenson. “Era la ópera La Pampa, de Arturo Berutti. Quería ver cómo lo hacía, me hizo revisarla toda y al final nunca se tocó. El copista tiene que saber el lenguaje de cada instrumento, porque todos tocan lo mismo pero en distintos lugares del pentagrama, tenías que aprenderte la transposición. En aquella época recién empezaban las fotocopiadoras” recordó, sumando que cuando llegó al archivo aún había partituras que estaban copiadas en papel azul porque las hacían en mimeógrafos que eran las máquinas usadas para planos. 

“Cuando me quedé a cargo (del archivo) me leí cada partitura, me las leí para ver cómo escribían tal o cual obra los autores y así empecé yo a trabajar orquestación, viendo como escribían los autores. Si me decían con quién estudiaste yo respondía con Brahms, con Beethoven, con Mozart” contó Velasco, quien creó los conciertos de música de película que el año pasado cumplieron una década, además de haber sido el responsable de los arreglos de otras importantes funciones, como los conciertos sinfónicos de Nito Mestre, por nombrar algunos.

El trabajo habitual de Velasco es chequear al inicio de temporada que estén las partituras de cada concierto, conseguirlas si no están, verificar su situación de derechos de autor y finalmente tener las copias suficientes. 

Velasco aseguró que el actual archivo de la orquesta “es antiguo, porque todos los archivos actuales tienen fotocopiadoras, súper impresoras, tienen todo digitalizado e imprimen. Yo hago eso en mi casa. Acá son muy pocas las obras digitalizadas, todo lo que escribo yo para orquesta sí va quedando”. 

Velasco es minucioso, compara, ordena y repara las partituras originales, esas que están desde hace 50 años en uso y se van deteriorando. Todo lo que tienen tiene una ubicación física, son 104 cajas plásticas que envió a comprar hace 10 años, porque las cajas originales estaban deterioradas. Pero además hay un armario repleto y varias carpetas de los PDF que se empiezan a acumular en los rincones. 

Aunque invisible para el público, el rol de Velasco es parte fundamental del engranaje y él lo lleva adelante con una dedicación y pasión poco habituales. Cada papel que sale tiene que volver y así resguarda un este tesoro musical en el corazón de San Juan.