Es hijo del gran Vicente "Tito' Capdevila, el músico y poeta jachallero cuyo nombre lleva el escenario del Anfiteatro Buenaventura Luna, predio donde se desarrolla la Fiesta Nacional de la Tradición. Su nombre es Arturo y es conocido en el departamento del norte por la fabricación de instrumentos de la época andina precolombina. Y con esta serie, que nació sin rumiarla, el hacedor de 60 años quiso dejar su propio registro en época de pandemia. "En plena peste', es el escrito que identifica y lleva cada creación, en una letra artesanal escrita con madera caliente y entre paréntesis, abajo de su nombre.


Moxeños -aerófonos graves que tienen su origen en Mohoza, Bolivia-; fujaras -estilo de flauta a la que se le atribuye ascendencia balcánica, se usa en época de lluvia y sólo en ciertas zonas andinas-, toyos -sikus boliviano de grandes dimensiones-, trutrucas -del género de las trompetas, difundido principalmente entre el pueblo mapuche de Chile-, y pincullos -comúnmente confundido con la quena, proveniente de los quechuas y aymarás-, hasta gaitas colombianas y pifilcas -un silbato típico del pueblo mapuche- y diversos quenachos, entre otros. Todos estos forman parte de una ardua labor, que incluye largas horas de investigación en la que sigue trabajando el también compositor y músico. 


En la recuperación y difusión de esa era, en especial de los aerófonos, el carpintero impregna un estilo rústico a los objetos, un carácter único que ha llevado a su autor a dictar talleres sobre técnicas rudimentarias de construcción y ejecución para los interesados en aprender sobre los procedimientos de armado de ejemplares, entre los que se encuentran además charangos, bombos, panderetas, flautas de millo, isocas, zampoñas, ocarinas, dikes y ronrocos.

Su firma. Arturo -con la segunda "r' al revés para que sea visiblemente simétrico-, una M y una V superpuestas por el nombre de su hija y el término Xackall (forma en que se escribió por primera vez Jáchal, en español), es el sello con el que marca sus obras.

"¿Como me sumergí en estas culturas? Haciendo composición de lugar, estudiando cómo puedo construir esos instrumentos en la actualidad, averiguando cómo los hacían en aquellas épocas, con estudiosos, musicólogos, antropólogos y folclorólogos, corroborando los datos', relató el hombre desde su terruño. 


Realizados a base de ramas caídas o resultado de la poda, plásticos y metales de reciclado, los elementos son adquiridos por sanjuaninos y hasta por músicos de otras provincias y países como Chile y Perú.


"Me gusta salir a andar por el pueblo y cuando veo una rama caída de sauce, por ejemplo, la traigo a casa, la abro de punta a punta y con una gubia, una especie de hierro curvo afilado en un extremo y con empuñadura del otro, voy tallando una media caña con forma de semicírculo siguiendo la forma del palo, lo que me atrapa y me atrae, respetar la forma de la rama. También los hago con sierra cortando a lo largo. En ambos casos, les hago una ranura, uno las partes, los ensamblo y los pego, para luego trabajar el aeroducto y el lugar donde va a romper el aire para que suene, entre otros pasos'. Así, el constructor va labrando sus joyitas, transportándose al pasado, a los tiempos de los primeros habitantes de América.


"Por lo general, lo que le gusta a la gente es que los instrumentos están construidos sin modificar la forma de la rama', manifestó el además carpintero de muebles que, ejerciendo su oficio, perdió parte de sus dedos índices, por lo cual él mismo se puso "Indec' como apodo.


"Guiado de la nariz', como recordó, Capdevila descubrió esta pasión cuando era niño. Al estilo que hacían los aborígenes, aprendió la luthería "haciendo', como prefiere decir; en especial, llamado por la curiosidad y la búsqueda de los sonidos más primitivos. 


Heredero del arte de su padre, al igual que sus hermanos menores Luis, Diego y Víctor -con quienes integró el conjunto Aukimantu junto a Koki Sánchez y Diego Berretta-, se describe como "un privilegiado' por haber nacido en una familia como la suya, en la que hasta su madre María Nelís tocó la guitarra cuando don Tito vivía. 


"La música es un proyecto vital que me mantiene en la búsqueda', expresó el además, cantante y escritor que, fanático de la obra de Astor Piazzolla y el Chango Spasiuk, dos maestros que "dispararon cosas' en su interior, se zambulló en la "intensión que los llevó a componer su obra'; con el objetivo de exponer los resultados en un escenario. Padre de una joven de 21 años que toca el bajo, él aprendió a templar la guitarra de manera autodidacta y gracias a su padre. Aunque en su juventud siguió estudios en Ciencias Políticas en la UNSJ, carrera que dejó cuando le faltaban algunas materias para graduarse; lo suyo siempre fue la música.


"Yo nací en el "62, en mi niñez no había juguetes. Soy de la generación anterior al plástico y la cibernética', expresó el artista que adquirió una mayor fascinación en la escuela primaria, donde una de sus maestras les dijo que "la música era el arte de combinar sonidos y tiempo', definición que quedó grabada en su cabeza para siempre y lo empujó a zambullirse en las notas, desde los sones que fluyen cuando empieza a romper la madera para dar forma a lo que luego será un instrumento.


(Fotos gentileza Roberto Ruiz)