En las afueras de la casa del Doctor Bartolo, una serenata suena con fuerza y llega a las ventanas de Rosina. Lindoro -quien en realidad es el joven Conde Almaviva disfrazado- espera conseguir que la bella joven lo ame sinceramente, sin que se interese en su posición social y su fortuna. Sin éxito de llamar su atención, aparece Fígaro, el barbero más famoso de la ciudad y cantando con alegría: "¡Abrid paso al factótum!", cuando suena la clásica aria "Largo al factótum" es el punto de arranque de esta entretenida ópera que fue la elegida para celebrar el primer aniversario del Teatro del Bicentenario. En su función inaugural, anoche, El Barbero de Sevilla, la famosa ópera de Gioachino Rossini y Cesare Sterbini, marcó un hito importante entre los espectáculos ofrecidos por el complejo en esta primera temporada. Con un óptimo nivel, la ópera quedó en el podio de las mejores puestas escénicas, por su impronta visual, la realización actoral, el diseño de vestuario, lo escenográfico y, claro, lo musical.

 

La escenografía móvil fue un punto destacado con la interacción entre los personajes.

 

La puesta montada por el Teatro Municipal de Santiago, ideada por Fabio Sparvoli y estructurada en dos actos, fue encabezada por el reggiseur Rodrigo Navarrete, quien dirigió una reposición moderna, cargada de pantomima, coreografías dinámicas y entretenidas, detalles visuales con sombras y luces planas y frías de fondo. La multiplicidad de acciones con varios cuadros en simultáneo, permitía al espectador contemplar diversos puntos de interés en cada escena. Esto era facilitado por la estructura de la escenografía móvil, encargada por Giorgio Ricchelli, que emulaba la enorme casona de Bartolo y por la transparencia, dejaba entrever lo que hacía cada personaje en cada rincón. Fue uno de los puntos más atractivos, porque permitía crear varias atmósferas, sobre todo, en el momento de la tormenta del acto segundo, donde los figurantes flotaban en el aire usando unos paraguas, un elemento incorporado que hace reminiscencia a la "Comedia del arte".

Los protagonistas Mario Cassi (Fígaro), Verónica Cangemi (Rosina) y Román Modzelewski (Don Bartolo), se destacaron de manera formidable en cuanto a la interpretación vocal de las arias más celebres como la "Serenata del conde de Almaviva", "Una voce poco fa", "La Calumnia" y "Rondó". Cassi, quien lleva muchos años de interpretar el papel principal, se muestra con enorme carisma y picardía en sus cantos. Más allá de la cualidad técnica, su histrionismo en escena le aporta al personaje una buena dosis de simpatía para el espectador. Cangemi, en tanto, logró que su personaje enamore con sus encantos. Las variaciones entre agudos y graves, el color y el registro de la cantante, causó una gran sensación.

Por su parte, el mendocino Luis Pulenta (en el papel de Fiorello) y la sanjuanina Romina Pedrozo (en el rol de Berta), tuvieron una participación clave a la hora de centrar la atención en aquellos momentos donde se generaban los desencuentros y las situaciones cómicas. Otro momento que logró sorprender a la platea fue el ingreso de la guardia policial, interpretada por los figurantes quienes caminaron entre los espectadores hasta subir al escenario. El colorido diseño del vestuario confeccionado por Simona Morresi fue otro punto llamativo, que pudo lucirse buena parte en las últimas escenas del segundo acto.

 

Situaciones bufonescas y los desencuentros amorosos hicieron reír a los espectadores.

 

En cuanto a lo musical, Emmanuel Siffert al mando de la Orquesta Sinfónica ubicada en el foso fue el soporte fundamental del andamiaje artístico. Su actuación fue muy sólida; el director suizo mantuvo una conexión inquebrantable con lo que ocurría en escena, acompañando a los intérpretes a que cantaran con una gran confianza y seguridad.

Sobre el final, una pomposa boda entre Rosina y el Conde augura la despedida con papel picado y la ovación espontanea del público. Para quienes se hayan perdido la primera función y aquellos que buscan repetir la experiencia teatral, quedan disponibles las entradas para el viernes y el sábado, a las 20 en el TDB.

 

La puesta de El Barbero de Sevilla fue muy aplaudida. De la mano del regisseur Navarrete y Emmanuel Siffert en la música, el elenco artístico supo llevarla a su máxima expresión en el Teatro del Bicentenario.

La escena de los figurantes flotando, fue uno de los momentos más sobresalientes.