Un duro golpe emotivo sintió la comunidad literaria y de la cultura sanjuanina en general, al enterarse del fallecimiento repentino del poeta más querido de estas tierras cuyanas: Jorge Leónidas Escudero. El deceso ocurrido en la madrugada de ayer, se conoció durante las primeras horas de la mañana. Tenía 95 años de edad, bien vividos por cierto. Un grande al que todos lo llamaban ‘Chiquito’. Después de sus andanzas como minero a los 50 años dio el gran giro hacia la literatura con la publicación de ‘La raíz en la roca’ (1970) y un catálogo de 27 títulos. ‘Su espíritu y su entereza física se iba apagando suavemente. Ha sido continuar en este viaje a ir, como él le llamaba a la vida. Chiquito ya estaba transitando precariamente esta dimensión terrenal y ya instalándose en otras dimensiones ultraterrenas. Ahora, el estará instalado de manera absoluta en El Universo’, fue la definición más potente y leal que dio su eterno amigo y admirador de su trabajo, el escritor Ricardo Trombino, quien acompañó a la familia del poeta en las horas posteriores a su muerte. Así cómo él, muchos de sus amigos lloran esta pérdida terrenal, sin embargo en sus corazones sobrevive el calor y la generosidad que les supo dar ‘Chiquito’ en vida. Abierto a cada charla de café, a las tertulias, a las entrevistas que se extendían por horas. En su estudio instalado en el fondo de su casa, transitaron estudiantes, artistas, dibujantes, cineastas, periodistas, escritores y trabajadores de numerosos oficios para compartir diálogos infinitos. Escudero los recibía con humildad y antes de terminar, les regalaba sus libros, sin antes de registrar en su anecdotario o pequeño diario, el encuentro vivido que escribía con su puño y letra. El poeta nació el 4 de septiembre de 1920. Se curtió como pirquinero. Fue un incansable buscador en la roca, en la montaña, en su biblioteca y en sus pensamientos. Un eterno buscador de la ‘palabra absoluta’. Siempre quiso encontrar la respuesta a esos misterios que tiene la vida. Así lo expresaba en varios reportajes publicados para DIARIO DE CUYO: ‘Hay un ritmo elemental que maneja todo, las plantas, la rotación de la Tierra, la respiración nuestra, el poema debe responder a eso’. Opinaba también sobre la muerte: ‘Hay un deterioro de todas las cosas que hará alguna vez que la vida termine acá y tal vez aparezca en otro planeta, vaya uno a saber dónde. La muerte es un misterio. No sabemos qué más hay allá, pero sí sabemos que es ineludible. Con el paso de los años las meditaciones nos guían a entender que hay una unidad total del universo y una inteligencia que está más allá de nosotros. No creo en la reencarnación sino en la memoria colectiva’. Sus versos fueron fuentes inagotables para músicos, artistas y creativos locales. Un ejemplo de ello fue el documental ‘Oro nestas piedras’ de Cristian Costantini, Claudia Prado y Leandro Listorti; o el álbum ‘Cordillera Arriba’ de Tito Oliva y Mónika Skowron; ‘San Juan a la redonda’, realizada por varios intérpretes locales; la viñeta ilustrada por REP en Página 12, en homenaje a un poema suyo ‘La lágrima errante’ para la ilustración de ‘Niño azul’; ‘Busquedades’ (2013) con música de Pablo Maldonado; y ‘Hojas quemadas’ de Manuel Lara y ‘Las partes del todo’ de Manuel Saiz (2009). Objeto de estudio de los académicos y claustros universitarios. Nada menos que fue el primer Doctor Honoris Causa, título otorgado por la Universidad Nacional de San Juan, en septiembre de 2006. Y otros importantes reconocimientos nacionales.
Los homenajes en vida fueron numerosos tanto que ‘Chiquito’ los disfrutó mucho, sobre todo cuando le tocó descubrir la placa fundacional de una plaza que lleva su nombre en Rawson. Su último libro ‘Andanzas mineras II’ lo presentó el año pasado, el 4 de septiembre en el día de su cumpleaños. A fines de marzo del 2015 lo declararon ciudadano ilustre de la provincia de San Luis, en la comuna de La Toma. Allí hay un Monumento al minero con un poema de Escudero grabado en piedra. La obra de ‘Chiquito’ hizo un surco dentro de la poesía contemporánea para arar la palabra con nuevos lenguajes. Pero que siempre estuvo arraigado en la oralidad de su voz, la lectura hablada.

