Hoy es un reconocido asesor de moda e imagen: trabaja con alta costura, tiene una escuela de modelos y hace 10 años tiene su agencia en Córdoba donde se radicó hace más de 2 décadas. Su nombre es Jorge pero su seudónimo es Giorgio Montagna y, en realidad, sus primeros pasos fueron en las pasarelas de San Juan, actividad que lo impulsó como figura de la colección masculina underwear de Calvin Klein (ver foto) en los "80 y lo llevó a instalarse en Europa.

"Comencé a desfilar como amateur a los 18 años; ahí conocí a la gente de la empresa que estaba haciendo una selección en Chile, San Juan y Mendoza y me preseleccionaron para hacer su campaña gráfica’, narra el empresario que, aunque no conoció al creador de la marca, dice que fue "uno de los únicos que firmó un contrato en esa década".

El fashionista evoca que cuando se presentó al jurado de Calvin Klein, sintió que con su 1.73 metros estaba muy lejos de tener posibilidades frente a otros lánguidos cuerpos de 1,80 metros.

"Pensé que no se iban a fijar en mí. Tenía mi cuerpo, claro; tenía muy buena contextura y muy buenas piernas por la práctica de patinaje; pero no tenía altura", rememora Giorgio, sobre los vertiginosos tiempos en los que él se apresuraba a terminar el último año del colegio con el anhelo de viajar al Viejo Continente.

"En ese momento, Calvin recién empezaba a imponerse en Argentina. Fue todo tan rápido. Modelé en la provincia, Mendoza y Chile. Después, como le conté a la producción que me quería ir a Europa, ellos me dijeron que tenía posibilidad de terminar el contrato allá, en Alemania, y me fui".

Cuando la propuesta de cruzar las fronteras le cayó del cielo, se encontraba en Córdoba intentando seguir la carrera de Medicina. Sin embargo, la universidad duró un sólo año.

"Al principio, tenía dudas de cómo me podía ir, tan lejos del país. Pero seguir un sueño significa esforzarse y poner un granito de arena todos los días", expone el modelo que cursó estudios en el Colegio Don Bosco, y cumplió quinto año del secundario en el Colegio Nacional.

En la actualidad, junto a sus padres y uno de sus hermanos, eligió estacionar su vida en la ciudad mediterránea desde donde proyecta su imagen. En San Juan, aún quedan sus tíos y primos, y en agosto podría instalar una franquicia.

A sus 49 años, Giorgio todavía se ríe de cuándo desfilaba en paños menores: "Como lo mío era el underwear, salía siempre desnudo", evoca.

¿Si se arrepiente de haber dejado su futuro como médico?. "Para nada. Me di cuenta que me podían más las tablas que el bisturí", dice, seguro de haber seguido el pulso de sus instintos, con cada paso.