A mediados de año se estrenará en Córdoba un nuevo musical, generado a partir de algunas obras de María Elena Walsh y con la dirección general del cordobés Alejandro Vanegas, un especialista en el género infantil.

Y será, a su vez, el relanzamiento de este puñado de temas incluidos en su álbum Canciones para mirar -publicado en 1963- que si bien son conocidos, no alcanzaron la repercusión de clásicos como Manuelita, por ejemplo. Pero además habrá otros temas inéditos de la prolífica autora.

El desafío es, justamente, revivirlos y renovarlos, para reposicionarlos y que alcancen esa popularidad. Y el ambicioso proyecto actualmente en marcha -que cuenta con el visto bueno de quienes tienen los derechos sobre el legado de Walsh (de hecho, impulsores de esta idea)- incluye a un sanjuanino en un rol fundamental: Pablo Flores Torres, director de Clann Entertainment Group (que en la provincia subió a escena obras Bajo el mar, Drácula SXXI, Canterville y La bella durmiente, entre otras); será el encargado de los arreglos musicales de todas estas canciones.

Radicado hace varios años en Buenos Aires para perfeccionarse, fue uno de los arregladores propuestos por Vanegas y el elegido por los interesados para llevar a cabo esta misión, que significa un gran desafío en su carrera; ya que desde entonces estas canciones serán difundidas a nivel nacional con su impronta; primero a través de la obra teatral, y luego en un disco.

"Mi trabajo sería reinstrumentar y realizar nuevos arreglos para las canciones de María Elena Walsh que no tuvieron un reconocimiento popular tan trascendental, para darle un lavado de cara y poder llegar a las nuevas generaciones de niños.

Todo esto de carácter oficial, avalado y licenciado por los herederos únicos de los derechos de autor de María Elena Walsh, a través de Argentores (Sociedad Argentina de Autores). Una responsabilidad que me enorgullece absolutamente, porque esa música será escuchada por los chicos en mis versiones de ahora en más", comentó Flores Torres a DIARIO DE CUYO.

Se trata de más de una docena de temas, entre los que se encuentran Canción del jardinero, La Pájara pinta, El brujito de Gulubú, El show del perro salchicha, Canción para bañar la luna, Canción de Titina y La familia polilla.

"Es un desafío enorme, porque aunque no son las más trascendentes, la gente las conoce. Y porque también hay canciones inéditas, que me pasaron el audio de ella cantando con una guitarrita criolla, grabaciones muy precarias... por ejemplo hay como una secuela de La Pájara Pinta... Canciones a las que les tengo que poner sonidos electrónicos, para que estén actualizados, sin perder la esencia; renovados para que puedan ser escuchados por los niños de hoy...

Para mí es una enorme responsabilidad porque se van a presentar en sociedad con mis arreglos", agregó el artista, que continúa integrando el staff de la Escuela de comedia musical de Valeria Lynch y también renovó vínculos con la multinacional Disney -para quien trabajó en versión teatral de Heidi, el año pasado (orquestación, arreglo musical y banda sonora)- con la que redondea un proyecto para 2018.

"Traté de no escuchar nada de lo ya hecho y me concentré en ellas para tratar de encontrarles nuevos ritmos, poner lo que los niños buscan hoy, melodías bien marcadas, fácil de reconocer desde los primeros acordes, más agilidad y algunas vueltas de tuerca.

En el caso de Canción para bañar la luna, por ejemplo, reforzamos los sonidos orientales que ya tiene, y gustó mucho, le dimos una identidad", agregó Pablo, quien asegura que desde hace meses está de cabeza escuchando estas canciones. "Estoy traumado con María Elena Walsh. La escucho mañana, tarde y noche.

Terminé un tema, lo entregué, y luego les dije 'No, esperen, la tengo mejor' y entregué la nueva versión y les gustó más.

Te tenés que empapar de ese mundo, uno se tiene que enamorar de eso, y es lo que me está pasando. Si bien yo la admiraba desde antes y es una de mis ídolas; terminé enamorándome de María Elena Walsh, descubrí versiones que jamás había oído, canciones que nadie conoce porque ella escribía y escribía sin parar; y que siento que se han desperdiciado; por eso me parece tan bien este proyecto... Y cuando pienso que en gran parte eso está en mis manos, es como que me da un ataque al corazón", cuenta entusiasmado Flores Torres. 

"Todavía no caigo... nunca imaginé pasar de estar en mi casa con una compu que se tildaba, a estar haciendo lo que estoy haciendo ahora... una locura. Uno siempre sueña, pero todo esto es sentir que se valora tu laburo y que no estabas tan errado cuando creías que se podía hacer algo distinto. De todos modos, tampoco alcanzo a disfrutarlo del todo, porque no tengo respiro, son emociones una detrás de otra, y también una gran exigencia.

Pero estoy re contento, porque es un trabajo prestigioso y con gente que admiro", valoró el joven de 25 años que, aunque muy autocrítico, se siente orgulloso de sus raíces y de sus comienzos. "San Juan es el único lugar donde por ahora no se han generado ganancias económicas con esto, de hecho siempre ha sido más poner que ganar, pero me encanta y por eso sigo apostando a San Juan, porque ahí fueron mis inicios y mis primeras satisfacciones.

Para mí es un orgullo", acotó el muchacho, para quien el secreto de su éxito, si cabe, es no concentrarse en los fracasos. "Para entrar a Disney estuve cuatro años y no me daban bola, hasta que en un momento alguien escuchó algo y me abrió una puerta; y esa otras... No rendirse, hinchar hasta que se dé, sobre todo cuando uno confía en que está haciendo un buen producto, porque a veces depende de que esté la persona indicada, en el momento indicado", concluyó.