Brasil es cuna de grandes guitarristas y algunos de ellos conforman el jurado del "XXXI Concurso de de violão Souza Lima', un prestigioso certamen internacional en el que participó un jovencito sanjuanino que con su performance logró impresionarlos. Tanto que le dieron el primer puesto en su categoría, y con eso vino una guitarra (TS3) Samuel Carvalho y una beca de estudio en ese país; pero además un premio extra: una fecha para que él brinde un recital (virtual o presencial) en la Hunter College de Nueva York. Se llama Ignacio Ontiveros, tiene 14 años y es alumno del brasileño André Espíndola en el 3er Ciclo de la carrera de Intérprete Musical en la Especialidad de Guitarra, en la Escuela de Música de la UNSJ. En paralelo, desde 2016 estudia música popular con Marcelo Villegas. Y este año agregó estudios de música clásica, a distancia, con Juan Almada, concertista y profesor de la Facultad de Bellas Artes, UNLP y de la Escuela de Música, UNRosario.


Amante de lo académico y lo popular, Nacho aceptó la sugerencia de Espíndola de presentarse en este concurso, el primero de su corta pero ascendente carrera, aunque sin demasiadas expectativas. Por eso la sorpresa cuando el domingo pasado, en el acto de clausura (también online) escuchó su nombre en primer lugar, elegido por tres popes: João Luiz Rezende Lopes (nominado al Grammy Latino, miembro del Dúo de Guitarras Brasil, magister y doctor, profesor de guitarra y música de Hunter College, Manhattan y Stony Brook University de New York), Cristina Tourinho (quien tiene una maestría, un doctorado y un post doctorado en Educación Musical) y Sidney Molina (licenciado y doctor, integrante de Quaternaglia Guitar Quartet y coordinador artístico de Concurso de Guitarra Souza Lima).


"Mucha emoción. Me siento satisfecho de haberme superado, porque era un proceso todo esto y a través del tiempo y el estudio voy mejorando. Nunca me había planteado participar de un concurso, tal vez de más grande, pero mi profesor me dijo que podía hacerlo, porque además era online, como para empezar a tener estas experiencias. Y bueno, dije sí y empecé a trabajar. Me siento muy feliz, e independientemente del resultado, es muy importante la experiencia porque mejora tu nivel como músico, es un avance grande; y hace que te conozcan en otros lugares, que también es muy importante para una carrera', dice con la frescura de su adolescencia, pero también con visible madurez Nacho, que eligió piezas de Mauro Giuliani, Leo Brouwer, Heitor Villa-Lobos y Federico M. Torroba. "Son obras que tienen un buen nivel para concursar', explicó.


El mayor de dos hermanos (la del medio toca el cello y el más pequeño está en el Coro de Niños), Ignacio comenzó la Escuela de Música a los 8 años. "Desde chiquito me gustaba la música, así que mis padres me inscribieron porque querían que hiciera algún instrumento y elegí guitarra. Me gusta tocar otros, pero mi base es la guitarra porque podés abarcar muchos estilos música, popular, clásica, bossa nova, jazz, tango, folclore, todo me gusta', contó a DIARIO DE CUYO el jovencito, que en 2019 fue becado del programa de formación musical intensiva de la Jacobs School of Music de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) y ese mismo año actuó en Brasil (en el Viva Art Center, Mato Grosso do Sul; y en el II Festival Internacional de Naviraí), y en otros escenarios del país. Y ahora tiene pendientes invitaciones a clases magistrales y para tocar en el festival Guitare En Cévennes, de Francia; y en Sao Pablo y Rio de Janeiro, Brasil, en suspenso por la pandemia.


Como sus hermanos, Ignacio cuenta con todo el apoyo de sus padres, quienes lo acompañan y alientan, aunque muchas veces se les hace muy difícil costear los gastos que demanda el crecimiento artístico de su hijo. "La guitarra vale 3.200 dólares y la tiene que cambiar porque ya es chica. Una clase con un profesor internacional está entre 6 y 10 mil pesos. Y el año pasado cuando fue a Brasil, tuvimos que ir en auto porque era imposible pagar avión y además costear todo allá es bastante difícil, nos supera muchas veces porque no tenemos ninguna ayuda. Pero bueno, seguiremos como sea', lamenta su papá, Osvaldo. Y a pulmón siguen impulsando al muchacho, que fue abanderado de primaria en la escuela Rivadavia y que es muy buen alumno en la Industrial.


Mientras tanto, Ignacio -a quien también le gusta la robótica y la electrónica, por eso quiere estudiar Ingeniería y llevar las dos carreras- sigue trabajando para volar alto con la música. "Desde chico me dijeron que tenía un talento para la guitarra, pero creo que el talento va de la mano del estudio, porque podés tener mucho talento, pero depende de uno elaborarlo y trabajarlo para llevarlo al máximo. Tener un talento es lindo, te facilita muchas cosas, pero hay que trabajarlo', resaltó.