"Con las alas del alma desplegadas al viento…" se escuchaba a Eladia Blázquez como acertado fondo musical, mientras Violeta Pérez Lobos -rodeada de alumnas, ex alumnas, familia y amigos- agradecía tanto afecto con una sonrisa franca y los ojos bañados en lágrimas. Ahí estaba, una vez más, sobre un escenario que aunque fuera por un ratito, volvería a verla bailar, esta vez en los brazos de uno de los bailarines que pasó por su Estudio Coreográfico Argentino. Fue ayer en el Teatro Municipal, donde "la bailarina del pueblo" -apodo que se ganó y que lleva con honor- presentó Cantar de mis emociones, su primer libro, un compendio de reflexiones, sentires y vivencias que sirvió de puntapié para un merecido homenaje, cruzado por la danza a la que dedicó su vida, y los poemas y dibujos en los que encontró una nueva forma de expresar y comunicarse; y que ahora -a sus 70 años- salieron a la luz.
Elegante con su vestido negro y su rojo cabello sujeto con un arreglo de flores, llegó temprano y estuvo en cada detalle de la organización. Como buena anfitriona, también recibió a quienes llegaron a acompañarla y agradeció especialmente a las autoridades de la comuna capitalina (encabezadas por el secretario de Cultura, Luis Eduardo Meglioli), que este año la nombró Ciudadana Ilustre, y que financió la publicación, en un trabajo mancomunado con SADE.
Luego de atravesar el hall donde se había montado la exposición de ilustraciones y fotografías; el público ingresó a la sala donde pudo disfrutar de la reposición de fragmentos de tres de sus más emblemáticas coreografías, a cargo del Ballet del Estudio que dirige Soledad Gómez -El Réquiem de Mozart, La consagración de la primavera y María de Buenos Aires-. También se escucharon algunos de sus poemas (en las voces de Ada Gámez y Yolanda Quiroga) y se proyectó un video que repasó su prolífica trayectoria y que -cuando una Violeta madura ganó la pantalla con su danza- arrancó el aplauso de la concurrencia, que volvió a ovacionarla de pie una vez terminado el acto. Flores y abrazos pusieron el punto final a una velada sencilla pero sentida, donde no faltaron los recuerdos y las nostalgias, pero tampoco la picardía de "la Viole", que con su ternura, sencillez y espontaneidad volvió a brillar una noche más.

