Baba Yaga es un personaje mitológico del folklore ruso, una bruja huesuda que habita en una choza levantada sobre dos patas de gallina para desplazarse. Al ser algo típico ruso ha sido musicalizado por Moussorgsky en sus "Cuadros de una exposición", por Tchaikowsky en su "Álbum de niños", escrito el mismo año que el concierto, y por Anatoli Liadov, discípulo de Rimski-Korsakov. Con un graznido inicial (¿carcajada de la bruja?), fuerte percusión y golpes de bombo visualizamos a Baba Yaga avanzando. Es una marcha rara, pero ¿cómo se marcha con patas de gallina? Y el final es tan tranquilo, con flauta y piccolo que casi sorprende más.


En San Juan, hemos recibido varias veces a solistas de renombre internacional, pero yo siento que es mucho mejor cuando los "solitas" son miembros normales de la orquesta, acostumbrados a "entonar" y armonizar siempre con sus compañeros. Porque ya no es "ese/a" músico/a y la orquesta sino una familia que respira junta. En el 2007, Rossanna nos regaló el concierto de Bhrams, que antes había tocado Alex Zuzuk. Este viernes, nos maravilló con el concierto de Tchaikowsky, que escribió en Suiza, en 1878, acompañado por Iósif Kotek, violinista que fue su consejero para los detalles "violinísticos" de la obra. ¿Será casualidad que un violinista suizo, Emmanuel Siffert, lo dirigiera? 


En el Allegro moderato las cuerdas inician una pregunta que ellas mismas responden y al reformularla, responden los vientos. A partir de allí, con fondo de timbal, aparece el violín. Los demás compañeros de cuerda retoman su tema a modo de marchita Tchaikowskidiana, como diciendo: "estamos con vos Rossanna", y después: "descansá un poquito, que ya viene tu cadencia". La flauta introduce de nuevo a la orquesta que como termina con golpes fuertes causa que parte del público aplauda antes de tiempo. La Canzonetta es como un himno que da pie a Rossanna a entonar una canción eslava casi oriental. Para evitar otro aplauso apresurado, Tchaikowsky otra vez explota en un Allegro vivacíssimo; melodía de ritmos folklóricos rusos: tres notas más cuatro = siete, el número bíblico de lo perfecto, que es repetido por casi todos los instrumentos. "Perfecto" fue el concierto, y muy merecidos los aplausos que al ser prolongados la hicieron salir a Rossanna más de una vez, porque aunque éstos no callaban, ella casi se cae. Es que Rossanna no es Baba Yaga, no tiene patas de gallina.


Emmanuel introdujo el tema de la suite "Antar" de Rimski-Korsakov, quien como marino transmite en su música el mar y los cuentos orientales (¿quién no lo identifica con "Scheherezade"?). El Largo inicial ubica a este joven guerrero árabe en el desierto. A mis oídos ese inicio es muy semejante al "Oro del Rin" wagneriano y además, están los "Leitmotiv" (temas conductores que describen a cada personaje). Sigue un Allegro giocoso con la flauta que representa a una gacela que es un hada-princesa, curiosamente ejecutada por un Ada (sin hache) Hidalgo (con hache!). Nuestro hada (afortunadamente no Ada) es atacada por un pájaro, al cual aluden el trémolo de las cuerdas. Antar hiere al pájaro y salva a la gacela. Con glissando del arpa el hada-gacela le ofrece elegir tres deseos. El Allegro es el primer deseo: la Venganza. El tema guerrero a cargo de chelos y fagotes, el enemigo son los cornos. Al vencer la batalla, el tema pasa de fuertes bronces a flautas, oboes y violines. El Allegro risolutto es el segundo deseo: el Poder. Marcha triunfal hacia el palacio, cuyas puertas abre el arpa. Las esclavas bailan y la danza pasa por variaciones. Hasta el director con brazos extendidos dirige bailando. Timbal, bombo, triángulo, xilófono, pandereta, etcétera; crean un ambiente absolutamente mágico. El tema de Antar pasa a los trombones, nuestro héroe está feliz de ser tan poderoso. Allegretto. El tercer deseo es el Amor. Volvemos al desierto pero ya no "wagneriano" y el tema de la gacela está a cargo del corno inglés. Los amantes se abrazan, la orquesta llega a un clímax (no sonoro) y el tema de Antar se va perdiendo. El poeta árabe muere en brazos de su hada-princesa. Velada maravillosa con una orquesta que nos deleita y un director que además de artista confiesa un compromiso inquebrantable con sus músicos recordándonos y a las autoridades competentes que la música forma el alma de un pueblo. Una escuela para formar músicos lejos de ser un gasto inútil (como tantos otros), es una inversión seguro. Y para mí, no es casual que quien los dirige y protege se llame Emmanuel (Dios con nosotros). Después del concierto era hermoso ver a Rossanna (formada en la escuela sanjuanina) acompañada por su familia que incluía a sus alumnas y alumnos. ¡A terminar el edificio de la escuela para otras Rossannas!