Otros tiempos. Parte de la festiva troupe del Fantástico Circo Mundial, luego de un show y antes de imaginar siquiera cómo sería su vida un año después.

Que el sector artístico es uno de los más golpeados por las restricciones impuestas debido al Covid-19, no hay dudas; y los circos no son la excepción. De los cerca de 70 que hay en el país, sólo unos pocos están trabajando, lógicamente bajo protocolo, a aforo reducido. Pero lamentablemente ni siquiera ese es el caso del Fantástico Circo Mundial, que fue el último que estuvo en San Juan, en 2019. La pandemia lo encontró en 2020 en Tucumán, donde permanece actualmente. Algunos malabares hizo, pero hace unos seis meses directamente lo hicieron cerrar, como a otros circos en otras ciudades. Y eso significó enormes pérdidas, al punto que Gustavo Yovanovich, su propietario, reconoce a esta época como la peor en la historia del circo. Ya debió vender un camión, una camioneta y una casilla para solventar los gastos que debe seguir enfrentando, desde el alquiler del predio donde se encuentran hasta el auxilio a las más de 60 personas que están junto a él -la gran familia del Mundial-; pasando por el pago de impuestos y servicios.


"En marzo del año pasado estábamos acá y nos agarró la pandemia, desde entonces esto es un calvario, realmente. Estamos todos los circos en la misma problemática, unos arrancaron y los volvieron a parar, como uno de Rosario y el Rodas -uno de los más grandes con el Servián- donde quedaron 150 personas sin trabajo. A nosotros no nos están habilitando, tenemos protocolo aprobado, pero están plantados con que no y no, nos dan vueltas... Al principio, cuando estaba todo cerrado, estaba bien, uno entiende ¿pero y ahora? Están habilitados cine, teatro, el casino nunca cerró... En el teatro Mercedes Sosa toca La Barra y está todo agotado... Pero al circo no, incluso cuando es más abierto y ventilado, porque no está toda la carpa cerrada, y el espacio es más grande... No lo entiendo, si sólo pedimos la posibilidad de trabajar con protocolo... ¿Nos permiten 100 personas? Dale, lo que digan! Lo cumplo a rajatabla, si yo lo que más quiero es trabajar!', expresó con manifiesta angustia Yovanovich en charla con DIARIO DE CUYO. 


La misma angustia sienten las 15 familias, unas 60 personas, que están junto a él viviendo en las casillas montadas en el predio de Famaillá, y a quienes ha tenido que sostener, desprendiéndose de algunos bienes. 

Gustavo Yovanovich, posando para DIARIO DE CUYO con su nieta, en su último paso por San Juan, en 2019.


"Prácticamente a toda la gente del circo la tengo acá. He tenido que vender cosas porque encima que no laburás, AFIP te sigue cobrando hasta anticipos, pagás luz, terreno, agua. El predio lo alquilo, 21 mil pesos por mes... y ya te agarra desesperación. Mi hermano Edgar estaba en Córdoba con el circo Servián y alcanzaron a irse a Mendoza, en enero les aprobaron el protocolo y están trabajando, a aforo reducido claro, pero están trabajando. Él me dice que me vaya a Salta y hay que ver, porque hay provincias que sí, otras que no... Hay que estar muy seguro porque es un gasto muy grande mover todo, los semis, las 28 casillas... son unos 400 mil pesos o más en combustible; y si no vas seguro, estás a la deriva', se explayó Yovanovich, quien el año pasado puso los camiones para la cosecha de limón, a través de un intermediario, "y salí perdiendo porque no pagan nada y el combustible está por las nubes'. Los artistas, por su parte, salieron a vender pochoclos, budines, copos de algodón; "y un rato funciona, pero después se termina cayendo, no se puede sostener eso', añadió, molesto con la sugerencia de "reinventarse' que suelen escuchar más a menudo de lo que les gustaría. 


"Tengo 51 años, soy nacido y criado en el circo. Venimos desde mi bisabuelo con circo, yugoeslavos-serbios, y toda la vida hemos hecho esto. Toda la gente que tengo es de tradición, nacida y criada en circo, no tienen casa, no es gente que va a escuela de circo, tiene su casa y va a trabajar a la carpa. Toda la vida hicimos esto... Es fácil decir reinventate desde afuera o con un sueldo. No sé... o no entienden o no ven lo que estamos viviendo, la estamos pasando mal de verdad, económicamente y psicológicamente también. Mirá que hemos pasado malas varias veces, pero siempre con laburo y sacrificio hemos salido adelante', agregó el empresario y artista, acostumbrado a levantarse de tiempos hostiles, aunque -asegura- ninguno como éste. "Es el golpe más duro en la historia del circo, olvidate, un desastre, pérdidas tremendas y no le veo una salida todavía. Espero que los políticos hagan bien las cosas para todos, para que todos podamos estar un poco mejor, seguir sobreviviendo. Yo lo que quiero es trabajar, no quiero que me regalen nada. Mi vieja tuvo que lavar, limpiar, cocinar para criar cuatro hijos; y ese es el ejemplo que tengo, la conducta del trabajo.... Es una impotencia tremenda', dijo el hombre, cuya familia, de sangre y de pasión, tuvo que vivir una experiencia durísima en 1997 en San Juan, cuando un par de delincuentes oriundos de Córdoba y de Mendoza atracaron el circo Australiano y le quitaron la vida a su suegro, el famoso empresario circense Michel Iovanovich, con quien trabajaba.


"Hemos tenido muchas alegrías y tristezas con las cosas que nos han pasado; y uno sigue y sigue llevando alegría y siendo positivo... Busco mil formas, me rompo la cabeza pensando qué hacer, pero no soy solo yo... Y encima no sobra el trabajo en Argentina...' suspira Yovanovich del otro lado del teléfono, y no es difícil imaginar su rostro. "El circo es alegría y hoy es todo muy triste. Pero bueno, siempre con fe, ojalá que también podamos salir de ésta', concluyó abrazado a la esperanza de que las luces del Mundial, y de otros circos, vuelvan a brillar.